Lecciones

Alex se sentó frente a su plato de comida y murmuró un "guácala".
De inmediato fue enviado a su cuarto para que pensara en lo que había dicho y se disculpara.
Darío, que no sabía que había pasado, se sentó a comer y daba gusto ver cómo engullía los tallarines y el pollo.
Alex dio un paso fuera de su recámara y su papá lo devolvió. Darío se disgustó y pidió que lo dejaran salir. Le explicamos lo que había dicho su hermano. Yo le pregunté si le parecía que mi comida estaba "guácala". Supongo que quería escuchar algún halago pero Darío no respondió. Le volví a preguntar y sólo alzó los hombros. Después de unos segundos contestó un "sí" bajito y con la vista clavada en su plato.
Me sonreí.
A veces prefiero su solidaridad a que diga lo que yo quiero escuchar.

* * * * *
No me gusta ir al centro de la ciudad pero tuve que comprar algunas cosas que Alex necesitaba de una papelería. En la caja decidí que llevaría un paquete de barritas de silicón, ya que como le comenté a la cajera, no estaba segura de tener suficientes en casa y no quería darme otra vuelta.
Pagué y salí. Fui a buscar el auto al estacionamiento, que no se encuentra precisamente cerca de la papelería. A punto de echar a andar el auto, la cajera tocó en mi ventana. Había olvidado las barritas.
Nada le hubiera costado quedarse en su sitio y esperar a que yo regresara por ellas.
* * * * *
Desde la ventana de primer grado se ve la ventana de tercero. Entré al salón y me asomé a ver el roble, único ser vegetal en el instituto. Me llamó la atención un recado en la ventana de tercer grado. "T.Q.M" en letras rojas. Y en un asiento de primer grado se revolvía una niña con un letrero en la mano, esperando que yo me distrajera para mostrarlo.
Me hice la distraída con unos papeles. Esperé unos segundos y empecé mi clase.
Voy a mandarle un recadito a Fefé.

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