Mis ojos
Ayer cuando recogí a mi hijo de su escuela, me asomé al tablero de avisos para ver si tenían tarea. Tarea: Traer una cuchara.
Me pareció un poco raro pero confié en la maestra y en que se le daría el mejor uso a la citada cuchara. Yo, para no errar, mandé un cucharón, cuchara de plástico y cuchara metálica. Más vale que sobre.
Cuando dejé al enano esta mañana, volví a ver el aviso. Esta vez decía: Traer una cachucha.
O el mundo realiza un complot en mi contra para evitar que mis hijos crezcan y se conviertan en líderes mundiales o estoy perdiendo la vista.
Ya desde la semana pasada me dolía mucho la cabeza. Con mis lentes actuales se me pasaba un rato pero regresaba después. Ya no me cabe duda. Me aumentó la miopía. Ya no soy miopendeja. Ya son pendeja enterita, digamos, integral. Pero eso no tiene nada que ver con mis deficiencias visuales.
Sin embargo, aún puedo leer sin mayor problema. Por eso, encontré sumamente emotivo el día de hoy que mi jefe me recitara el Poema de los dones de Jorge Luis Borges. Transcribo para su disfrute:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría de Dios,
que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día les prodiga
sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas tardes
los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto,
que habrá dado los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido mundo
que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
Una niña
Descubrí tus ojos a través de la mata de tu pelo negro.
Ojos lejanos de mirar incierto
pequeños destellos que no ven sino hacia adentro.
Pregunté tu nombre,
quise darte una flor,
un abrazo,
un dulce
estuvista callada sentada en tu rincón
tu boca no pronunció palabra
pero podía ver lo que pedía tu corazón
Gritaste con tus manos los bosques
y con tu pequeño cuerpo el sol
querías el maiz que en tus sueños te nutre
y el canto del río que se funde en tu dolor.
Descubrí tus ojos y fueron los más tristes
que he visto en toda mi existencia
Niña pequeña, de tierra y barranca
si yo pudiera, yo te llevaba.
(pa que no haya problemas de que luego le anden atribuyendo más porquería a Borges o a García Márquez, el texto anterior es mío)
Cena
Los invito a cenar.
Jijo de la mañana, la mera verdad cocino rebien. No por nada tengo una agüela que trabajó como cocinera toda su vida, y una madre que tenía una cocina económica.
Cuidadito con babear sobre mi blog, pero dejen les digo qué hice de comer:
Un pollito en jugo de verduras con papas, zanahorias y calabacitas.
Un arroz integral que salió bastante poderoso.
Un guisado de hongos con cebolla y tomate.
Unos frijolitos refritos para las tostadas.
y una ensalada de frutas.
Ahora... no sé quién se va a comer todo, porque Alex quiere cereal y Darío un burrito.
Así que están invitados.
Los espero a las ocho.
pd. Las tortillas de harina están recién hechas y por lo de los hongos no se preocupen, sí son comestibles. Cuidado con los hongos venenosos, por favor.
Me pareció un poco raro pero confié en la maestra y en que se le daría el mejor uso a la citada cuchara. Yo, para no errar, mandé un cucharón, cuchara de plástico y cuchara metálica. Más vale que sobre.
Cuando dejé al enano esta mañana, volví a ver el aviso. Esta vez decía: Traer una cachucha.
O el mundo realiza un complot en mi contra para evitar que mis hijos crezcan y se conviertan en líderes mundiales o estoy perdiendo la vista.
Ya desde la semana pasada me dolía mucho la cabeza. Con mis lentes actuales se me pasaba un rato pero regresaba después. Ya no me cabe duda. Me aumentó la miopía. Ya no soy miopendeja. Ya son pendeja enterita, digamos, integral. Pero eso no tiene nada que ver con mis deficiencias visuales.
Sin embargo, aún puedo leer sin mayor problema. Por eso, encontré sumamente emotivo el día de hoy que mi jefe me recitara el Poema de los dones de Jorge Luis Borges. Transcribo para su disfrute:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría de Dios,
que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día les prodiga
sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
De hambre y de sed (narra una historia griega)
muere un rey entre fuentes y jardines;
yo fatigo sin rumbo los confines
de esta alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
y el Occidente, siglos, dinastías,
símbolos, cosmos y cosmogonías
brindan los muros, pero inútilmente.
Lento en mi sombra, la penumbra hueca
exploro con el báculo indeciso,
yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca.
Algo, que ciertamente no se nombra
con la palabra azar, rige estas cosas;
otro ya recibió en otras borrosas tardes
los muchos libros y la sombra.
Al errar por las lentas galerías
suelo sentir con vago horror sagrado
que soy el otro, el muerto,
que habrá dado los mismos pasos en los mismos días.
¿Cuál de los dos escribe este poema
de un yo plural y de una sola sombra?
¿Qué importa la palabra que me nombra
si es indiviso y uno el anatema?
Groussac o Borges, miro este querido mundo
que se deforma y que se apaga
en una pálida ceniza vaga
que se parece al sueño y al olvido.
Una niña
Descubrí tus ojos a través de la mata de tu pelo negro.
Ojos lejanos de mirar incierto
pequeños destellos que no ven sino hacia adentro.
Pregunté tu nombre,
quise darte una flor,
un abrazo,
un dulce
estuvista callada sentada en tu rincón
tu boca no pronunció palabra
pero podía ver lo que pedía tu corazón
Gritaste con tus manos los bosques
y con tu pequeño cuerpo el sol
querías el maiz que en tus sueños te nutre
y el canto del río que se funde en tu dolor.
Descubrí tus ojos y fueron los más tristes
que he visto en toda mi existencia
Niña pequeña, de tierra y barranca
si yo pudiera, yo te llevaba.
(pa que no haya problemas de que luego le anden atribuyendo más porquería a Borges o a García Márquez, el texto anterior es mío)
Cena
Los invito a cenar.
Jijo de la mañana, la mera verdad cocino rebien. No por nada tengo una agüela que trabajó como cocinera toda su vida, y una madre que tenía una cocina económica.
Cuidadito con babear sobre mi blog, pero dejen les digo qué hice de comer:
Un pollito en jugo de verduras con papas, zanahorias y calabacitas.
Un arroz integral que salió bastante poderoso.
Un guisado de hongos con cebolla y tomate.
Unos frijolitos refritos para las tostadas.
y una ensalada de frutas.
Ahora... no sé quién se va a comer todo, porque Alex quiere cereal y Darío un burrito.
Así que están invitados.
Los espero a las ocho.
pd. Las tortillas de harina están recién hechas y por lo de los hongos no se preocupen, sí son comestibles. Cuidado con los hongos venenosos, por favor.
Comentarios
saludos
Chido tu blog!