Anoche hablamos de ideas y de fantasías (de la del tipo sexual, of course). A mi muy particular forma de ver la vida, las fantasías son las que te prenden, te encienden, pero solamente en el ámbito del 2x2 de tu cama. Una idea, en cambio, es aquélla realizable y deseable, aunque pueda llevar tiempo hacerla o no se haga nunca.
Hay que tener cuidado de no confundir.
Ejemplo de fantasía (y muy clásica): Un menage a troi. Dos hombres et moi.
Ejemplo de idea: Él y yo, máscara del Santo, antifaz de Gatúbela y una webcam.
Diferencias: Cuando salgo de mi espacio íntimo y privado de 2x2 y me pasa por la cabeza la fantasía, lo que pienso es “uta, qué güeva… no me doy abasto con uno… ora qué voy a hacer con dos…”. Cuando me pasa por la cabeza la idea, siempre encuentro soluciones a las dificultades técnicas que puedan resultar.
Hay que tener cuidado con las fantasías. Son para la cama y ya. La primera vez que Fefé metió una tercera persona abstracta en nuestra cama fue muy excitante, no lo puedo negar. Pero terminado el interludio, le tiré un chingazo y le dije que nunca más trajera invitadas a mi cama.
Sin embargo, pasado el tiempo, incluso yo los he llegado a invitar. A veces tenemos compañía. Me gusta especialmente un acróbata del Cirque du Soleil. Es sumamente bello, con ciertos rasgos andróginos. Muy bello.
A veces soy más audaz y tengo invitadas: una chica sin rostro en la cama de un hotel y Fefé a sus pies, sabiendo que lo espío.
Pero, la mayoría de las veces, estamos solos. Y es cálido, íntimo y agradable.
Nuestro cuarto luce más amplio y el aire, más limpio. Las palabras dichas se repiten como ecos y nuestro clímax se aproxima a paso lento y seguro. Lo sentimos acercarse y nos invade tibiamente, sin prisas. Cerramos los ojos y seguimos solos, uno al lado del otro, porque el orgasmo es así. Una experiencia en solitaria, que nos aísla y nos habla un poco más de nosotros mismos.
Tal vez todas las preguntas que nos asaltan a las parejas (¿cuánto tiempo hay que hablar cuando hacemos el amor? ¿por cuánto tiempo debo abrazarla(o) después del sexo? ¿será poco romántico levantarme al baño?) no resuelven ningún problema ni tienen sentido.
Podría ser que no se trate de unión. Podría ser que nuestras dudas fueran resueltas cuando aprendiéramos a estar solos durante esos 20 segundos después del orgasmo, en que nuestro corazón amenaza con reventar y el cuerpo nos hierve y nos aturde… y sabiendo que estamos solos, podamos acercarnos al otro, lograr un encuentro con nuestras respectivas soledades y disfrutar de nuestra insignificancia en este planeta, del cual, gracias al mencionado orgasmo, podemos sentirnos reyes y señores.
¿será?
Hay que tener cuidado de no confundir.
Ejemplo de fantasía (y muy clásica): Un menage a troi. Dos hombres et moi.
Ejemplo de idea: Él y yo, máscara del Santo, antifaz de Gatúbela y una webcam.
Diferencias: Cuando salgo de mi espacio íntimo y privado de 2x2 y me pasa por la cabeza la fantasía, lo que pienso es “uta, qué güeva… no me doy abasto con uno… ora qué voy a hacer con dos…”. Cuando me pasa por la cabeza la idea, siempre encuentro soluciones a las dificultades técnicas que puedan resultar.
Hay que tener cuidado con las fantasías. Son para la cama y ya. La primera vez que Fefé metió una tercera persona abstracta en nuestra cama fue muy excitante, no lo puedo negar. Pero terminado el interludio, le tiré un chingazo y le dije que nunca más trajera invitadas a mi cama.
Sin embargo, pasado el tiempo, incluso yo los he llegado a invitar. A veces tenemos compañía. Me gusta especialmente un acróbata del Cirque du Soleil. Es sumamente bello, con ciertos rasgos andróginos. Muy bello.
A veces soy más audaz y tengo invitadas: una chica sin rostro en la cama de un hotel y Fefé a sus pies, sabiendo que lo espío.
Pero, la mayoría de las veces, estamos solos. Y es cálido, íntimo y agradable.
Nuestro cuarto luce más amplio y el aire, más limpio. Las palabras dichas se repiten como ecos y nuestro clímax se aproxima a paso lento y seguro. Lo sentimos acercarse y nos invade tibiamente, sin prisas. Cerramos los ojos y seguimos solos, uno al lado del otro, porque el orgasmo es así. Una experiencia en solitaria, que nos aísla y nos habla un poco más de nosotros mismos.
Tal vez todas las preguntas que nos asaltan a las parejas (¿cuánto tiempo hay que hablar cuando hacemos el amor? ¿por cuánto tiempo debo abrazarla(o) después del sexo? ¿será poco romántico levantarme al baño?) no resuelven ningún problema ni tienen sentido.
Podría ser que no se trate de unión. Podría ser que nuestras dudas fueran resueltas cuando aprendiéramos a estar solos durante esos 20 segundos después del orgasmo, en que nuestro corazón amenaza con reventar y el cuerpo nos hierve y nos aturde… y sabiendo que estamos solos, podamos acercarnos al otro, lograr un encuentro con nuestras respectivas soledades y disfrutar de nuestra insignificancia en este planeta, del cual, gracias al mencionado orgasmo, podemos sentirnos reyes y señores.
¿será?
Para ideas y fantasías favor de visitar Mr. Kinky Blogger 2o05.
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