Tratamientos
Cuando eres maestrx lo peor que puedes hacerle a tus alumnxs es dejar que te vean en algún lugar fuera de la escuela.
Por alguna razón esto causa un enorme shock a los estudiantes, quienes no se recuperan fácilmente de la revelación de que sus maestros son, a pesar de toda evidencia en contra, humanos.
Yo ya no soy maestra, pero para mis exalumnos lo seguiré siendo, así como ellos seguirán siendo mis alumnitos.
A veces me los encuentro, en antros y cafés. Y trato de verme tan respetable como es posible, aunque no siempre lo consigo. Y en los últimos dos días, menos que nunca.
Ayer, después de un día y noche de fiebres altísimas, fui a dar al hospital. Por los síntomas, me atendieron de inmediato y la doctora que me recibió resultó ser mi ex alumna L. Preciosa la chamaca, más alta de la última vez que la vi, su voz menos aguda, pero básicamente la misma L, vaguilla y lista.
Cómo me pudo que la pobre haya tenido que verme en ese estado, temblorosa, afiebrada y llorosa.
Ella me hizo unos exámenes que salieron negativo para influenza y positivo para neumonía. Le habló también al especialista quien sugirió que me internaran para cuidar los síntomas, ya que no podía descartar todavía sin otro examen, lo de la influenza por estar enmedio de una epidemia (¿pos no que no?).
Hoy ya me he sentido bastante mejor. La fiebre finalmente cedió en la madrugada y me queda una tos horrible y un dolorón de cabeza.
En ese estado me bañé esta mañana, y luego me di cuenta que traigo ni peine. Pero al menos ya no me sentía tan incómoda.
Después del baño me acomodé en la cama, tapada hasta la nariz cuando escuché una vocecita que decía: vi su nombre y vine a ver si no es mi maestra a la que están tratando por influenza.
Y sí era porque incluso con su tapabocas la reconocí, los mismos ojos soñadores de D, y su dulzura en cada gesto.
Qué horror que ellas tengan que verme así, mientras ellas se me muestran poderosas, hermosas y jóvenes. Qué terrible que tengan que darle indicaciones a su maestra cuando era yo quien corregía sus cuadernos.
Fue un gusto verlas pero espero que acaben pronto sus turnos porque no se merecen verme así.
(De todos modos este orgullo no se va a ir tan pronto como la neumonía.)
Por alguna razón esto causa un enorme shock a los estudiantes, quienes no se recuperan fácilmente de la revelación de que sus maestros son, a pesar de toda evidencia en contra, humanos.
Yo ya no soy maestra, pero para mis exalumnos lo seguiré siendo, así como ellos seguirán siendo mis alumnitos.
A veces me los encuentro, en antros y cafés. Y trato de verme tan respetable como es posible, aunque no siempre lo consigo. Y en los últimos dos días, menos que nunca.
Ayer, después de un día y noche de fiebres altísimas, fui a dar al hospital. Por los síntomas, me atendieron de inmediato y la doctora que me recibió resultó ser mi ex alumna L. Preciosa la chamaca, más alta de la última vez que la vi, su voz menos aguda, pero básicamente la misma L, vaguilla y lista.
Cómo me pudo que la pobre haya tenido que verme en ese estado, temblorosa, afiebrada y llorosa.
Ella me hizo unos exámenes que salieron negativo para influenza y positivo para neumonía. Le habló también al especialista quien sugirió que me internaran para cuidar los síntomas, ya que no podía descartar todavía sin otro examen, lo de la influenza por estar enmedio de una epidemia (¿pos no que no?).
Hoy ya me he sentido bastante mejor. La fiebre finalmente cedió en la madrugada y me queda una tos horrible y un dolorón de cabeza.
En ese estado me bañé esta mañana, y luego me di cuenta que traigo ni peine. Pero al menos ya no me sentía tan incómoda.
Después del baño me acomodé en la cama, tapada hasta la nariz cuando escuché una vocecita que decía: vi su nombre y vine a ver si no es mi maestra a la que están tratando por influenza.
Y sí era porque incluso con su tapabocas la reconocí, los mismos ojos soñadores de D, y su dulzura en cada gesto.
Qué horror que ellas tengan que verme así, mientras ellas se me muestran poderosas, hermosas y jóvenes. Qué terrible que tengan que darle indicaciones a su maestra cuando era yo quien corregía sus cuadernos.
Fue un gusto verlas pero espero que acaben pronto sus turnos porque no se merecen verme así.
(De todos modos este orgullo no se va a ir tan pronto como la neumonía.)
Comentarios
Piensa ademas, que ahora te seguiran respetando, aunque sea por la canas.
Digo, para que no te sientas tan mal.