R-E-S-P-E-C-T

En navidad mi ahijada me regaló "The book of Jezebel" y ahí estaba en mi librero, al alcance de mi mano para cuando Fefé se ponía a ver algo en la tele que yo no quería ver.

Cuando Harry se enteró que mi estancia en el hospital iba a ser de más de un día, empacó el libro junto con la bolsa que Fefé me armó con calzones, peine, cepillo y pasta de dientes. Bien basicote, él.
Los primeros dos días no pude leer mucho. Me la pasé hecha ovillo de fiebre en fiebre. Pero para el tercero ya pude leer tranquilamente e incluso llegué hasta la letra S, justo en la palabra "sponge", refiriéndose al anticonceptivo que en "Seinfeld" se hiciera tan famoso gracias a Elaine Benes.

(Amo a esta mujer, a Elaine y a Julia Louis-Dreyfus)

El libro está hermoso. Las definiciones, las ilustraciones, todo.
Leer sobre Laurie Anderson, Maya Angelou, Hannah Arendt (apenas en las primeras dos hojas de la letra A), mezcladas con las definiciones para "Aqua net",  "ass" o "Atkins diet",  ha sido una experiencia reveladora. Y confío que también rebeladora.

En la letra D leí sobre Geena Davis, Ani DiFranco y Beth Ditto.
También leí sobre Joan Didion y paseándome por Brainpickings di con un texto suyo que comparto.
Me enamoré y quiero leer más de ella.
La traducción es mía y es bastante malita. Si no les gusta, por ahí está en ingles.
Es de un ensayo llamado "Sobre el autorrespeto".

Lo lamentable del hecho es que el auto-respeto no tiene nada que ver con la aprobación de los demás - que pueden ser, después de todo, engañados con bastante facilidad; tampoco tiene nada que ver con la reputación, la cual, como Rhett Butler dijo a Scarlett O'Hara, es algo de lo que las personas valientes puede prescindir.
(...)
Sin respeto por uno mismo, somos un público involuntario de un documental interminable que se ocupa de cada uno de nuestros errores, tanto reales como imaginarios, con imágenes frescas, empalmadas en cada proyección. Ahí está el cristal que se rompió en un momento de enojo, está el dolor que causamos en el rostro de X (…) Vivir sin amor propio es estar despierto alguna noche, con la leche caliente y el fenobarbital fuera del alcance de la mano, contando los pecados por comisión y omisión, los fideicomisos traicionados, las promesas rotas de manera sutil, los regalos desperdiciados irrevocablemente a través de la pereza o cobardía, o el descuido. Por mucho que queramos posponerla, terminamos acostados en esa cama notoriamente incómoda, una cama que nosotros mismos hacemos. Si dormimos o no en ella, depende por supuesto, de si nos respetamos o no a nosotros mismos..
(...)
El auto respeto es una disciplina, un hábito de la mente que no se puede fingir, pero puede ser desarrollado, entrenado sucesivamente. Una vez se me sugirió que, como un antídoto para el llanto, pusiera mi cabeza en una bolsa de papel.  Da la casualidad de que hay una razón fisiológica, algo que ver con el oxígeno, que detiene el llanto, pero el efecto psicológico por sí solo es incalculable: es extremadamente difícil seguir creyéndose la heroína de Cumbres Borrascosas cuando se tiene la cabeza bajo una bolsa de papel de supermercado (…).

:)

Yo estos días me sentía como Margarita Gautier, de "La Dama de las Camelias", como tuvo a bien una amiga en comentármelo. Pero con lo de la bolsa en la cabeza, creo que fácilmente puedo pasar a sentirme tan llena de vida como Margarita la Diosa de la Cumbia.
¿Y no es lo que todxs en realidad queremos?
R-E-S-P-E-C-T dijo Aretha Franklin (quien aparece, por cierto, en la página 106 del libro).
Y más más más importante aun, S-E-L-F-R-E-S-P-E-C-T.

* * * * *
Ya estoy en mi casa pero ahora sigue una incapacidad de diez días porque soy un pinche foco infeccioso.
Todos en casa con cubrebocas, echando lysol a diestra y siniestra y yo tratando de mantenerme encerrada entre las paredes de mi cuarto.
Es bueno.
Voy una semana atrasada con mi tesis y esto puede ser una oportunidad para ponerme al día.... si antes no me atrapa Netflix, o mis libros, o las ganas que le traigo a organizar la lavandería-taller-estudio-clóset.

Que la inspiración de todas mis musas (hasta la letra S) me acompañen.

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