Berrinchitos Lili Ledy

La primera (y única, hasta el momento) parte de mi tesis, la entregué haciendo berrinches porque debía explicar la forma en que analizaría los datos y no pude. Estadísticas e Investigación con el mejor maestro del mundo en la universidad y no pude responder cómo haría un análisis bien sencillo.
Estoy a una semana de reiniciar otro semestre y continuar el proyecto de investigación. Ya tengo los datos.
¿Y el análisis? Bien, gracias, el ijoeputa.
Así estaba rumiando todavía esta mañana cuando recordé que tenía dos módulos pendientes de una certificación online en White Belt que nos asignaron en el trabajo. Para evitar más berrinches, me puse mis audífonos y a darle. El módulo abordaba el análisis de datos. Mientras leía el temario del módulo sentí que el cielo se abría en pythonesca secuencia...
Algo así:
Y luego que comencé a estudiarlo y a bajar los tutoriales de los distintos tipos de análisis así como las herramientas en Excel (formato incluido), me metí al baño a cantar Hallelluja, Leonard Cohen style. Pero mejor.
Ya sé cómo analizar los datos de mi tesis.
:)

Hace unos años, en el despacho donde trabajaba, nos solicitaron que nos recertificáramos en una norma técnica que yo ya había hecho y que me había tomado meses anteriormente. Y no sólo el tiempo. Fue una época compleja, pues Fefé estudiaba y trabajaba, yo trabajaba, los niños iban a la guardería y sólo teníamos un auto. Debíamos programarnos muy bien. El sistema no admitía faltas ni puntajes menores a 90. Pero lo hice. Lo hicimos. Así que la idea de volver a certificarme me parecía nefasta. Luego me explicaron que la norma había cambiado, que la habían separado, que ahora tendría no una sino dos certificaciones en el CONOCER y que además no me dolería tanto, sólo serían 32 horas divididas en dos fines de semana.
Es cierto, no dolió tanto. Excepto una mañana de mayo, el día primero, en que me apetecía quedarme más en mi casa porque amaneció nevando. Cosas más raras ocurren.
Pero fui. A regañadientes. Y a regañadientes hice mis evaluaciones. Porque ¿para qué iba a servirme todo eso ya?
Un mes después, a la búsqueda de un trabajo más estable, me llamaron de una empresa. Me entrevistaron en tres ocasiones, me aplicaron varias baterías de exámenes (¡123 en el Therman!) y por último un examen muy extenso sobre los procesos de capacitación. Todo muy teórico y basado en las normas técnicas de competencia laboral. El examen no lo hubiera podido pasar de no haber hecho mi recertificación un mes antes.

Ningún conocimiento sobra.
Conseguí el trabajo.
Y empecé la maestría.
En algún momento me consideraron para un ascenso, por experiencia, conocimientos, por estar estudiando la maestría.
Esa oportunidad pasó porque el puesto nunca alcanzó a ser creado. Incluso los existentes a ese nivel, desaparecieron.
Pero yo seguí.
Trabajo, no sé si tendré en algunos meses, con tantos cambios que siguen sucediendo.
La maestría, ahí va. Me cuesta desprenderme de cada peso que pago y a veces me dan ganas de llorar los domingos frente a la laptop, pero no hay vuelta atrás.
Si me quedo sin trabajo, ahí afuera algo habrá. Y de algo servirá la maestría.
O de algo servirá haber trabajado donde trabajo.

Nunca nada sobra.



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