Deuda pendiente
Este post se lo debía a Princesa hace mucho. Deveras, no tengo fotos de infante. Una vez fui a la casa materna a buscar fotos pero sólo encontré fotos de nietos. Increpé a mi papá sobre el motivo de la ausencia y temí que me respondiera "eres adopatada". Pero no. Resulta que mi infancia está documentada en películas que por cierto fuimos a ver el domingo pasado. Éstas llegaron a mí porque mi madre se trajo de Nogales un paquete de fotos que encontró en casa de mi tía.
Si un día quieren ver el parecido que tengo con Darío, vengan a mi casa y preparamos el proyector.
En la casa de Mami Queta. Soy la que está en calzones en brazos de mi madre. Tendría unos tres años y todavía en etapa oral que me sigue hasta la fecha.
Otras vacaciones en casa de Mami Queta, con mi hermano y mi primo. Sospecho que me puso cuernos y que Fefé editó la fotografía.
Ésta es de una serie de fotos que me tomó mi tío Jesse en Nogales. Creo que tenía 9 ó 10 años. Y tenía la nariz respingada. No sé contra qué diablos fue el chingazo que me hace lucir mi nariz a la Streisand ahora.
Nada interesante que contar sobre mi infancia. Según las películas que vimos el domingo, tuve una niñez de lo más normal, con fiestas de cumpleaños, visitas a Disneylandia y vacaciones en el mar.
Cosas que recuerdo:
La pedrada a la cabeza de mi hermano (el de la foto) en un día de campo en el río.
En mi defensa, yo no tenía nada contra mi hermano. Vi la piedra, vi la cabeza. Mi hermano llorando. Fue mera investigación científica.
Me comía la tierra entre los ladrillos y todavía sigo degustando la tierra de jardín (me he vuelto más exigente en materia gastronómica).
Me gustaban las vacaciones en Meoqui e irme a pescar cangrejos a las acequias.
No padecí transtornos de salud (sólo un período de sordera voluntaria y selectiva), fracturas o maltrato infantil (no recuerdo que me hayan regañado por lo de la pedrada) pero hasta la fecha tengo cicatrices de caídas en bicicleta.
Tengo muy presente la mañana del mi fiesta de cumpleaños número tres. Mi mamá se levantó muy temprano a hacer el pastel y mi papá lo decoró con conejitos jugando en un columpio. Las piñatas de antes eran horrorosas.
Cuando íbamos al mar, comía camarones cocidos que me mantenían entretenida en el proceso de pelarlos.
Tenía pies que aguantaban las temperaturas de 40 grados cuando se me antojaba andar descalza.
Me gustaba jugar a indios y vaqueros y a los Dukes de Hazard. También jugaba bastante a la maestra. Lo de las barbies nunca se me dio.
Bueno, deuda saldada y paso el baton para quien lo quiera.
NOTA 1: Hoy es cumpleaños de la Rana. ¡Háblenle!
NOTA 2: Según mi hermano, mi bitácora no tiene nada de secreta y/o íntima. Llegó a ella por medio de Google, buscando una película de Monty Python (por si un día no me encuentran).
Si un día quieren ver el parecido que tengo con Darío, vengan a mi casa y preparamos el proyector.
En la casa de Mami Queta. Soy la que está en calzones en brazos de mi madre. Tendría unos tres años y todavía en etapa oral que me sigue hasta la fecha.
Otras vacaciones en casa de Mami Queta, con mi hermano y mi primo. Sospecho que me puso cuernos y que Fefé editó la fotografía.
Ésta es de una serie de fotos que me tomó mi tío Jesse en Nogales. Creo que tenía 9 ó 10 años. Y tenía la nariz respingada. No sé contra qué diablos fue el chingazo que me hace lucir mi nariz a la Streisand ahora.
Nada interesante que contar sobre mi infancia. Según las películas que vimos el domingo, tuve una niñez de lo más normal, con fiestas de cumpleaños, visitas a Disneylandia y vacaciones en el mar.
Cosas que recuerdo:
La pedrada a la cabeza de mi hermano (el de la foto) en un día de campo en el río.
En mi defensa, yo no tenía nada contra mi hermano. Vi la piedra, vi la cabeza. Mi hermano llorando. Fue mera investigación científica.
Me comía la tierra entre los ladrillos y todavía sigo degustando la tierra de jardín (me he vuelto más exigente en materia gastronómica).
Me gustaban las vacaciones en Meoqui e irme a pescar cangrejos a las acequias.
No padecí transtornos de salud (sólo un período de sordera voluntaria y selectiva), fracturas o maltrato infantil (no recuerdo que me hayan regañado por lo de la pedrada) pero hasta la fecha tengo cicatrices de caídas en bicicleta.
Tengo muy presente la mañana del mi fiesta de cumpleaños número tres. Mi mamá se levantó muy temprano a hacer el pastel y mi papá lo decoró con conejitos jugando en un columpio. Las piñatas de antes eran horrorosas.
Cuando íbamos al mar, comía camarones cocidos que me mantenían entretenida en el proceso de pelarlos.
Tenía pies que aguantaban las temperaturas de 40 grados cuando se me antojaba andar descalza.
Me gustaba jugar a indios y vaqueros y a los Dukes de Hazard. También jugaba bastante a la maestra. Lo de las barbies nunca se me dio.
Bueno, deuda saldada y paso el baton para quien lo quiera.
NOTA 1: Hoy es cumpleaños de la Rana. ¡Háblenle!
NOTA 2: Según mi hermano, mi bitácora no tiene nada de secreta y/o íntima. Llegó a ella por medio de Google, buscando una película de Monty Python (por si un día no me encuentran).
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