Lay off
Dicen especialistas de la educación de pensamientos progresistas, que la vara de medida en los niños se ha alzado de tal manera que cualquiera que quede por debajo de ella se le llega a diagnosticar con algún tipo de déficit.
Eso veíamos en un documental antier y lo comentábamos Fefé y yo anoche después de nuestra primera visita con Harry a un psiquiatra. Esto lo recomendó el terapeuta que lo está atendiendo, ya que habíamos empezado con tratamientos naturales (vitamínicos, ejercicio) y no estaban impactando suficientemente en su bienestar.
El diagnóstico del psiquiatra después de varias horas de consulta, fue que Harry tiene un estado de ansiedad muy elevado (que lo padece desde que recuerdo) relacionado con el TDAH. Nos comenta que hasta hace muy poco tiempo se pensaba que en la adolescencia no debían seguirse administrando los medicamentos para esta condición. A Harry se los quitaron iniciando la secundaria, y aunque ya había aprendido a manejar bastante bien el autocontrol y la disciplina, la ansiedad siguió latente y se le fue agravando poco a poco. Por eso él dice que recuerda haber empezado a sentirse así desde segundo de secundaria.
Los niveles de ansiedad sumados a los pensamientos catastróficos que no puede controlar provocaron el estado en el que está ahorita. El médico propone para empezar, el uso del medicamento para TDAH, terapia cognitiva y dependiendo de los resultados, un antidepresivo.
De regreso a casa Harry me contó cómo son sus días. Cómo se levanta sin ganas de hacerlo, sin interés, sin motivación. Cómo va a la escuela y se esfuerza duramente en concentrarse. Cómo esto, y la hora de levantarse y los camiones, hacen que llegue extenuado a casa a sólo querer estar acostado. Cómo comienza luego a sentirse ansioso, a caminar por el cuarto, a rasguear su guitarra, mientras en un rincón espera su mochila y sus tareas. Cómo es que sabe que tiene cosas qué hacer y no tiene la voluntad ni la fuerza para hacerlo. Cómo es que a medida que avanza el día sigue generando pensamientos más y más negativos. Cómo para las doce de la noche se siente tan cansado que su cuerpo está relajado y no lo obliga a moverse más. Cómo entonces es que se levanta, hace sus tareas y termina por dormirse a las dos de la mañana para levantarse cuatro horas después y volver a empezar.
No.
Yo nunca he esperado que las capacidades de mis hijos estén al nivel de esa vara, pero si yo veo que su sufrimiento sí la supera, no voy a quedarme cruzada de brazos digan lo que digan los especialistas.
Y por cierto.
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