Por alguna razón (por ñoños) en todas las reuniones sociales en las que participo, una vez que hace efecto el etanol (o sin él, porque somos unos ñoños) se mencionan algunas de las caricaturas de la infancia, canciones de introducción incluídas con el plus de algunas imitaciones, cortesía de mis amistades talentosas.
Por supuesto, hablar de caricaturas ochenteras es hablar del Tata.
Apenas el sábado pasado, en ese momento de la noche en que la ñoñez nos rebasa, hacíamos por enésima vez el listado de los episodios favoritos de Don Gato y su pandilla junto con las infaltables y chafísimas imitaciones.
¿Es raro estar un poquito triste por la muerte de este desconocido habiendo tanta más tragedia alrededor?
Por supuesto, hablar de caricaturas ochenteras es hablar del Tata.
Apenas el sábado pasado, en ese momento de la noche en que la ñoñez nos rebasa, hacíamos por enésima vez el listado de los episodios favoritos de Don Gato y su pandilla junto con las infaltables y chafísimas imitaciones.
¿Es raro estar un poquito triste por la muerte de este desconocido habiendo tanta más tragedia alrededor?
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