Porque también tengo prejuicios

Y un campamento es el mejor lugar para que afloren.

Este pequeño campamento del que regresamos hace unas horas, lo estuvimos planeando desde enero con el fin de que los futuros graduandos convivieran una vez más juntos.
Claro que nuestros intereses no eran completamente desinteresados y puros. La verdad es que las mamases y papases de esos niños y niñas nos llevamos muy bien, y era una buena oportunidad también para que sobre todo las mamases pudiéramos desentendernos dejar libres a los hijos y disfrutar del cartón de cerveza (caliente y sin hielo) que les solicité. Lo bueno es que ellas son toda positividad y mientras llegaba el hielo dijeron "Como en Europa, güey" y así se empezaron a chingar las cervezas.
Luego llegó el hielo y por efecto de la magia de la sal, en un ratito estuvieron al punto del congelamiento. Una cosa así bien bonita cuando tienes un sol encima bien cabrón.
Comenzamos a degustar las bebidas, pensando en lo maravilloso de que nuestra progenie supiera nadar y no tuviéramos que andar sobre ellos en la alberca. Olvidamos que había niños pequeños. Lo malo no era que yo lo olvidara, lo malo fue que las mamás y papás de esos bebés lo olvidaran.
Hago un paréntesis para comentar que hay algo que me da mucho miedo de mí y que no sé si es un don o una maldición. No sé si veo cosas antes de que sucedan o si yo los provoco con mi mala entraña.
Ayer se me ocurrió asomarme al área de alberca a ver que William no estuviera intentando ahogar a Harry, con ese amor fraternal que los caracteriza, y vi un niñito de dos años sentado en la orilla de la alberca, sacando agua con un botecito. Comencé a caminar hacia él mientras pensaba que ese niño se iba a caer y dicho y hecho, el bebé se cayó unos diez segundos antes de que yo llegara a jalarlo de la playera. Lo entregué a su padre, quien preguntó dónde estaba su señora esposa, a lo cual ya no respondí y me fui a seguir tomando para calmar la culpa de mis malas vibras.
No es la primera vez que me sucede. Es como la cuarta. Mala entraña que soy.

Y siguiendo con la reseña, las mamases seguimos sentadas comiendo, platicando mientras los papases se fueron a consumir bebidas espirituosas abajo de un árbol.
El momento de armonía familiar y punto máximo de unión con la naturaleza fue protagonizado por el Gio, después de que sacaron una tele de no sé dónde diablos y varias familias se pusieron a ver el partido mientras amarraban un gancho a modo de antena a un arbusto.

Las horas pasaban y las madres seguían comiendo, bebiendo, atendiendo hijos, dándoles de comer, cambiándolos de ropa, ad infinitum mientras los padres seguían abajo del árbol.
Es un fenómeno muy interesante eso de la capacidad de los padres de formar una burbuja aislante a prueba de inquietudes o preocupaciones, así como la desmedida confianza que ponen en que las madres se hagan cargo de todo... debería estudiarse. (¿Cómo? ¿Ya existen estudios al respecto?)

Por la noche conectaron un karaoke que dio posibilidad a las mujeres presentes de desahogarse. Los hombres seguían bajo el árbol. Todos excepto uno.
Él no era padre de familia, sino primo de uno. No cantaba mal las rancheras, pero las de banda se le dieron mejor. Y tenía mucha finta de cantante de banda. Bueno, no es cierto. Él traía cachucha. Pero tenía finta de... de narquillo, pues.
Cochinos prejuicios, dije yo, deja de juzgar, el hombre trae una camisa, una cachucha, botas, como muchos... ¿por qué inmediatamente etiquetarlo? ¿Sólo porque es primo de un bato que cuando se le pregunta que hace dice "pues de todo, a todo le entro" y nunca explica más? (eso me lo contó Fefé esta mañana) o ¿sólo porque les mataron a un primo el año pasado que iba en una camioneta con una chavita de 16 años? (de eso me acordé hoy y del comentario de la prima política --el muchacho andaba en malos pasos--)... Realmente yo no tenía ninguna información para formarme una idea y cuando eso pasa me siento bien mal. Pero no se me quitaba la sensación del cuerpo y de repente hasta cierto miedillo: "A la chingada, no vayan a entrar a la granja a rafaguearnos por culpa de este güey...". Y además, ni que conociera a tanta gente para hacerme una imagen mental... pero vaya usté a saber cómo funciona esto de los estereotipos y los prejuicios pero yo anoche andaba bien así.
Por eso cuando me dijo "Ahora cante usted" pues canté, vedá, una rola de Selena que ni siquiera me sabía.

Después de eso Fefé y yo fuimos a montar una guardia leve a la zona de acampada infantil. Abortamos la misión cuando cuatro cabrones comenzaron a pedorrearse y a ignorar nuestra autoridad adulta.
Con el argumento de "es la última vez que se van a ver, andan emocionados, ni quieren dormirse" dejamos la guardia a las tres de la madrugada para irnos a nuestra casa de campaña.
Yo de ahí hasta las siete no supe de mí. Cuentan que los ronquidos estuvieron de antología. Que los viejos se comunicaban de una carpa a otra por medio de sus ondas nasales. Ni cuenta me di. Yo amanecí con hambre y preocupada de que todavía quedaba cerveza y luego habrían de pasar por los cartones.
Pero me quitó la preocupancia el ver a una pareja que se sentaba a desayunar a las ocho de la mañana su huevito con jamón y frijoles, acompañados de una cervecita Pacífico Light bien helada.
Los hombres, por otro lado, comenzaron el día con el desayuno de campeones: clamato con cerveza.
Dejamos los trece cartones llenos de envases vacíos.
Dióse el mediodía y la hora de que las cuatro que siempre quedamos y sus maridos, pusiéramos manos a la obra con la diversión residual y dejáramos el lugar listo para que llegaran los dueños a ponernos estrellitas en la frente.

Estoy en casa y pienso en todo esto, en las atareadas mamás, en los despreocupados papás, en el primo (a quien por cierto llaman "El Sinaloa") y me enojo con todos, y luego conmigo. Platico con Fefé, asentimos mutuamente. Luego me contento y decido que es hora de escribir al respecto, para que no se me olvide, para recordar que también me reí mucho y que también soy un moco prejuicioso y que algo habrá qué hacer.



Comentarios

Alexandro dijo…
jejeje, si, nos hemos vuelto unos prejuiciosos. lo malo es que son prejuicios con buen juicio, muchas veces.
arriasola dijo…
definitivamente te están lavando el coco en el grupo modelo ( que creo es donde trabajas) o te vas a hacer alcoholica, pero, definitivamente cuando mi cuñado que tambien trabaja allí pero acá en mazatlan nos invita a pistear yo me llevo mi six bien helado pero de TKT rojo como debe de ser, esas mamaditas light nel conmigo.

soy de Sinaloa y desgraciadamente la fama de narcos que tenemos nadie nos la quita, pero lo que poca gente sabe, es que somos líderes nacionales en alimentos tanto producidos en la tierra, como en el mar.
tenemos los mejores tomates, chiles, mangos camarones, pescado zarandeado, chilorio chorizo, etc.

y ya no pistees tanto, que en AA no tienen internet y nos van a hacer falta los post de tu blog.
felicidades y enhorabuena.
Holly Crap!

:)

I think great minds think/prejudge alike!
sandygallia dijo…
Está del nabo que tengamos taaaan marcados los roles, que a los papás les valgan los escuincles (dicho con cariñito) y si algo pasa culpen a las mamás, ¡pos también son responsables ellos!

Igual que está del nabo que al final de la pachanga nada más hayan quedado las mismas 4 de siempre para limpiar, soooospiro U_U

Lo malo de lo malo es que con poquito que sea mancha a lo bueno, céntrate en lo bueno, porque de todas formas a esas mamás y a esos papás no los vas a volver a ver =D (al menos en el rol de mamases y papases)
Amalthea dijo…
Tu prejuicia... total... a la próxima vuelves a cantar y listo.
Felices post campings!

Entradas populares