Memorias de mis gordas golfas
M tiene un marido adorable, unas hijas hermosas, una casa preciosa, un buen trabajo y un canco bien ponedor.
Éste último lo tiene en otra ciudad, a la que tiene que viajar con frecuencia por motivos laborales.
Pero todo chido, en balance perfecto.
Amor, amor, sólo al marido.
El otro es mera necesidad, sexual, de ego, aburrimiento, lo que quieran. No hay nada entre él y ella. Por nada, la mujer quiere decir amor.
La vi hace unos días y nos contó que hay problemas en casa, con su pareja. Gruesos.
Sin embargo, no es a causa de su canco.
Hay una mujer, una amiga, que no es ella, en la vida de su esposo.
Él dice que no hay nada, que no ha pasado nada entre ella y él. Por nada el hombre quiere decir sexo.
El dolor de M reside en que él ha salido con la amiga (¿los hombres tienen amigas?) al cine, a cenar, a tomar un café y cuando M lo invita a salir, él no quiere.
El miedo de M reside en la posibilidad de que él quiera a alguien más.
Él dice que ella no puede entender que la amiga sea solamente eso, una amiga.
M definitivamente no lo entiende.
Como él no entendería, si supiera, que el canco es solamente eso, un canco.
Esto me recuerda algo que leí en el blog de Verónica Maza.
Los celos prehistóricos. El hombre cela porque nunca está seguro de que el fruto del vientre materno sea suyo. Que se enamore de otros, pero que no coja con nadie más. La mujer cela porque no quiere que el proveedor se enamore de alguien más y se vaya a otra cueva. No importa que se coja a otras, mientras no se vaya de su lado.
Algunas cosas han cambiado y otros se mantienen en los genes.
¿Y ahora qué?
¿En este caso es válido ponerse en lugar del otro o una cosa no se relaciona con la otra?
¿Qué paradigmas y estereotipos están estropeando la forma en que deberían funcionar nuestras relaciones?
¿Qué es válido y que no es en un contexto económico y social tan distino al del cavernícola?
¿Es posible hacer a un lado nuestro condicionamiento prehistórico para conseguir formas más ricas en nuestras relaciones?
Éste último lo tiene en otra ciudad, a la que tiene que viajar con frecuencia por motivos laborales.
Pero todo chido, en balance perfecto.
Amor, amor, sólo al marido.
El otro es mera necesidad, sexual, de ego, aburrimiento, lo que quieran. No hay nada entre él y ella. Por nada, la mujer quiere decir amor.
La vi hace unos días y nos contó que hay problemas en casa, con su pareja. Gruesos.
Sin embargo, no es a causa de su canco.
Hay una mujer, una amiga, que no es ella, en la vida de su esposo.
Él dice que no hay nada, que no ha pasado nada entre ella y él. Por nada el hombre quiere decir sexo.
El dolor de M reside en que él ha salido con la amiga (¿los hombres tienen amigas?) al cine, a cenar, a tomar un café y cuando M lo invita a salir, él no quiere.
El miedo de M reside en la posibilidad de que él quiera a alguien más.
Él dice que ella no puede entender que la amiga sea solamente eso, una amiga.
M definitivamente no lo entiende.
Como él no entendería, si supiera, que el canco es solamente eso, un canco.
Esto me recuerda algo que leí en el blog de Verónica Maza.
Los celos prehistóricos. El hombre cela porque nunca está seguro de que el fruto del vientre materno sea suyo. Que se enamore de otros, pero que no coja con nadie más. La mujer cela porque no quiere que el proveedor se enamore de alguien más y se vaya a otra cueva. No importa que se coja a otras, mientras no se vaya de su lado.
Algunas cosas han cambiado y otros se mantienen en los genes.
¿Y ahora qué?
¿En este caso es válido ponerse en lugar del otro o una cosa no se relaciona con la otra?
¿Qué paradigmas y estereotipos están estropeando la forma en que deberían funcionar nuestras relaciones?
¿Qué es válido y que no es en un contexto económico y social tan distino al del cavernícola?
¿Es posible hacer a un lado nuestro condicionamiento prehistórico para conseguir formas más ricas en nuestras relaciones?
Comentarios
Es triste cuando se apaga la llama, pero creo que mucha parte es naturaleza humana y luchar contra ella nos crea a veces mas issues.
Muy buen post, muy buenos cuestionamientos. Saludos.
Mr. Magoo, a lo mejor es una cuestión de género, pero pues el género es una construcción social y debería ser modificable. Pero ya ve que es más fácil cambiar la biología que a la sociedad.