Mi madre me regaló un trébol de cuatro hojas. Parece que se están dando de manera mágica en su jardín. Dice que desde que los encontró en su maceta, la suerte le ha sonreído. Para muestra: el contrato con Sirloin.
Yo no sabía que esos tréboles realmente existían. Es más, aún con uno en mis manos, tengo mis reservas. Estoy convencida que deben ser algún cruce genético entre los geranios chinos y las violetas africanas del jardín. Algo así como un Tigre Woods botánico.
Por otro lado pienso en lo que me dijo mi comadre: dejémonos de fregaderas esotéricas teológica y filosóficamente insustentables e integrémonos a una religión legalmente constituida. Eso fue después de que su cuarzo coyoacano se partió en dos, ella se empachó, adquirió tifoidea por culpa de la leche contaminada y yo readquirí el esguince del pie y me di en la madre en el Lupito.
Qué hacer… qué decidir…
Viéndola bien, la idea del trébol no es tan mala… podría ser de buena suerte para mi magra condición económica…
¿A alguien le interesan tréboles plastificados? ¡$50.00 pesitos el trébol, nada más $50.00 pesos, señor, señorita!!
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