Año nuevo, ojos nuevos
Qué bonito se siente escribir desde mi laptop que ya se siente otra
vez como mía. Y es que pasé los últimos cinco años compartiéndola con Harry por
culpa de su historia problemática con las máquinas. Después de la tercera
computadora que se echó, ya no se le volvió a comprar otra y terminaba usando
la mía. Por fortuna sobrevivió. La laptop. Aunque más que fortuna creo que su
supervivencia se debió al hecho de que Harry sabía muy bien que esta laptop me
la regaló William y es muy importante para mí, con todo y lo lenteja que es a
veces y que se niega a conectarse desde mi escritorio, por eso la cuidó mucho.
Y por mucho quiero decir lo suficiente. Igual tenía que estar modificando
settings que a mí no me servían y limpiando teclas y pantalla de sustancias desconocidas
y de las cuales quiero seguir ignorante. Ayer me di vuelo dándole mate a toda
la información que no era mía y fui muy feliz recuperando otro pequeño espacio
personal de 14”.
Además, ya puedo poner las letrotas en la pantalla sin que me las
anden cambiando. Este año mi presbicia se incrementó y deberé usar ojos nuevos.
Changuitos porque estén listos el viernes.
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Pss... qué difícil me está resultando escribir. Ah, pero los números los traigo bien
chingones, gracias al trabajo. Me urgía volver al blog de manera regular. Ese es uno de mis
no-propósitos del año. No quiero que se me duerma mi léxico y mi sintaxis,
justo ahora que he estado leyendo cosas tan hermosotas como “Restauración” de
Ave Barrera y “Loba” de Verónica Murguía. Ánimas que este año encuentre algo qué decir y la manera de hacerlo. Si no es que...
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