El Día del Doctor
Ayer fue el Día del Doctor. Y desde que mis hijos lo descubrieron hace un par de años, desayuno, como y ceno Doctor Who. A estas alturas ya podría escribir una tesis sobre el tema (mucho más interesante que la que estoy escribiendo, por cierto). Sé todo sobre los doctores, las regeneraciones, los daleks, los bizarrísimos ángeles, las acompañantes... Y sin ver un solo capítulo completo. Todo gracias a la erudición y capacidad comunicativa de William.
Ayer fue la proyección mundial del episodio del Aniversario 50 y aunque en verdad me habría gustado quedarme a verla con ellos, le di la oportunidad al padre y yo me fui a cumplir mis obligaciones sociales al cumpleaños de un amigo. ¿Cómo iba a decir que no a las cantidades ilimitadas de cerveza artesanal, música en vivo y tacos al pastor? Ah, sí. Y a estar con mis amigos.
Regresé a casa a encontrarlos aun impactados. Tardé otras dos horas más en irme a la cama para escucharlos. Y nos levantamos esta mañana (mediodía, ejem) todavía impactados y esperando con impaciencia el episodio especial de navidad. Que seguramente tampoco veré completo. Pero con escuchar a los hijos, tengo.
Otra cosa que regresé a encontrar fue esto:
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