Nunca he tenido madera para ser popular. Lo cual no ha sido del todo malo. Con grandes poderes vienen grandes responsabilidades y yo prefiero evitar la fatiga.
Por eso me llamó mucho la atención que hace poco un amigo me preguntara cómo me había caído la fama en la universidad.
- Fama? La que gané con el título de la más mamona?
- No te hagas, tenías tus seguidores y tu nombre se mencionaba en las juntas de la facultad. Se callaban cuando en alguna conferencia, debate o mesa redonda, levantabas la mano para decir algo.
- Pssss... chale... y yo que pasé por la facultad echando mi desmadre como si nadie me conociera.

Después de la charla me sorprendieron algunos recuerdos que había logrado sublimar de mi memoria. Uno de ellos fue cuando A, destacado alumno y ahora respetable directivo de mi alma mater, me citó en la cafetería de la escuela para hablar de cosas importantes. "Ah, cabrón -me dije- en la cafetería... tiene que ser grave." Así que corrí a encontrarme con A.
Entonces me la soltó: Tú sabes que yo ya voy de salida como presidente de la sociedad de alumnos y nos interesa mucho que el siguiente presidente sea alguien de nosotros, alguien pues... con tus ideas... con tu forma de trabajar... Qué te parecería que te lanzáramos como candidato? Ya tenemos al resto de la planilla y te va a gustar el equipo de trabajo que hemos formado para que te apoye.
A mí todo eso me dio mucha risa pero me la aguanté. Se me ponía en plan Godfather y hablándome de la familia y esas cosas, así que tuve que decir que no, primero porque qué weba y segundo porque yo no soy títere de nadie.
Pero no se lo dije así.
- Sabes, A, yo ya me había comprometido con otra planilla. Pero gracias.
Y ante la insistencia de saber en qué planilla estaría, tuve que entrarle a una planilla pedorra.

Perdimos.
Cómo no íbamos a perder? Ni siquiera yo voté por nuestra planilla. La otra planilla que se tomó a alguien más buena onda que yo como presidente tenía un bonito cartelototote con dibujos de los miembros de la planilla dibujados por Kabeza. Estaba bien retechistoso. Cómo no iba a votar por ellos? (por eso te digo, Monero, que yo apoyo la reforma a la ley electoral y no nomás por verles la cara al Alatorre y a López Dóriga. Los que pueden comprar los medios son los que ganan. Vendido.).
El pedo es que nunca en mi vida me sentí más aliviada que segundos después que terminó el conteo de votos.
Y yo iba a algo pero no me acuerdo a qué.
No sé si a una crítica hacia mis nulas habilidades en el ejercicio de poder.
O a lo mejor había una moraleja, pero tampoco me acuerdo.
Ni modo, lamento haberte hecho perder el tiempo.
Será para la otra.

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