¿Alguno recuerda quién es el pequeño Harry?
Mientras limpiaba aquí y allá, caminaba de un lado a otro, desempolvaba esto y aquéllo, escuché a Harry en la sala. Tenía una libretita en la mano y la pluma en la otra. Y decía:
- A ver, Sr. Gato, platíquenos... ¿por qué lleva usted el nombre de Hemingway?
Y Hemingway: "Iauuu... (porque Hemingway tiene un transtorno lingüístico y no puede pronunciar la "M" - además de lo de la mutación y sus seis dedos).
- ¿Puede decirnos qué tuvo que ver con el secuestro de Gandalf el Gris?
- Iaau.
- Mmmm... Dígame Sr. Hemingway ¿qué hace en las mañanas mientras estamos en la escuela?
- Iiiiiiiau.
- Sr. Hemingway ¿tiene usted algún otro trabajo además de hacer enojar a la Srita. Perra Lula?
- Iauuu.
Yo ya estaba intrigadísima con este diálogo, no tanto por las preguntas, sino por las acertadísimas respuestas de Hemingway. Hasta que me asomé a la sala y vi a Harry patear ligeramente al gato cada vez que terminaba una pregunta.
Me reí como loca.
Está clarísimo. No queda más que seguirle los siguientes seis (doce, dieciocho, veinticuatro...) años, seguir trabajando cada día con la esperanza de que Harry y William no pierdan nunca la sonrisa ni la fe.
Mientras limpiaba aquí y allá, caminaba de un lado a otro, desempolvaba esto y aquéllo, escuché a Harry en la sala. Tenía una libretita en la mano y la pluma en la otra. Y decía:
- A ver, Sr. Gato, platíquenos... ¿por qué lleva usted el nombre de Hemingway?
Y Hemingway: "Iauuu... (porque Hemingway tiene un transtorno lingüístico y no puede pronunciar la "M" - además de lo de la mutación y sus seis dedos).
- ¿Puede decirnos qué tuvo que ver con el secuestro de Gandalf el Gris?
- Iaau.
- Mmmm... Dígame Sr. Hemingway ¿qué hace en las mañanas mientras estamos en la escuela?
- Iiiiiiiau.
- Sr. Hemingway ¿tiene usted algún otro trabajo además de hacer enojar a la Srita. Perra Lula?
- Iauuu.
Yo ya estaba intrigadísima con este diálogo, no tanto por las preguntas, sino por las acertadísimas respuestas de Hemingway. Hasta que me asomé a la sala y vi a Harry patear ligeramente al gato cada vez que terminaba una pregunta.
Me reí como loca.
Está clarísimo. No queda más que seguirle los siguientes seis (doce, dieciocho, veinticuatro...) años, seguir trabajando cada día con la esperanza de que Harry y William no pierdan nunca la sonrisa ni la fe.
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