Días curiosos

Tupidito es la palabra que mejor describe mis días laborales. Y la mejor metáfora, es la de la hiedra de diez cabezas. Cada que tacho un pendiente de mi agenda, salen cinco más.

Y no es queja.

Sólo que el lunes no estaba preparada para el listado que me esperaba. Probablemente una desvelada anterior no ayudó mucho. El caso es que el lunes estaba más ida que de costumbre. Tanto así que en algún momento quise poner a cargar mi celular y no le hallaba la entrada del cable. Estuve cerca de dos minutos dándole vueltas, buscando lado por lado y no la encontraba. Comencé a ponerme ligeramente nerviosa pero me tranquilicé pensando que eventualmente tenía que acordarme dónde estaba y así ocurrió.

Sí me apendejo seguido pero esto es lo más extraño que me ha sucedido y quiero atribuirlo a que fue lunes, a la desvelada y a las tareas pendientes, antes que pensar en un aneurisma o en un alzheimer incipiente.

Además no tengo tiempo para enfermedades.

William fue a su primera cita con su médico y salimos con indicaciones para estudios de laboratorio y una electromiografía. El fin de semana nos aventamos todo.

Harry sigue bajo su tratamiento y esta semana ya vimos cierta mejoría.

El lunes por la tarde me arrastró Fefé, bueno, Hobbes me arrastró más propiamente, pero fue Fefé el de la idea de que tenía que oxigenarme el cerebro y nos fuimos a caminar con el bebé. Llegamos a una plaza comercial cerca de la casa y nos acercamos a ver qué locales se estaban abriendo. Además de unas tortas buenísimas, hallamos un dojo de karate. Harry quería regresar a clases  de karate –además de ser recomendación médica-  pero no habíamos encontrado un lugar cercano a la casa. Llegué a la casa comentándole del descubrimiento y ayer por la tarde me habló para preguntarme si lo iba a acompañar o si él se iba solo a las clases muestra.

Él solito y sin presiones mías.

Ayer fue a la clase y salió cansado y contento.

El tono de voz que tenía cuando se despidió para ir a dormir tenía meses y meses sin escuchárselo.

No me he podido quitar la sonrisa de la cara.

Mañana tenemos cita con el médico y me va a dar mucho gusto reportarle avances.

Así que, sorry cerebro, no nos podemos enfermar. Además ya empezó mi semestre en la maestría.

Tupidita la vida.

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