Sábado sin ti
Sábado sin mi Cali.
Y lo digo mío porque así se sentía el Calicanto.
Primeras pedas, primeras largas noches con música, café y amigos, primeros encuentros con la música que me marcaría para siempre, primera cogida en baño público... (ay, ¿a poco ustedes no lo han hecho?) Y después de 19 años, se acabó.
Estuvimos ahí en la inauguración y también en su última noche.
Me guardo un instante de hace muchos años, más de quince. Un instante de una noche muy fría en que sólo pasé a saludar al mesero que me gustaba. Me vio y dejó su mesa. Me acerqué y nos dimos un abrazo. Me dijo, tiempo después, que ese abrazo le salvó la vida, que fue el momento en que supo que me quería.
En los últimos días del Cali, nos volvimos a abrazar.
(Yo habría querido ir otra vez al baño).
Me guardo esos momentos también.
Y lo digo mío porque así se sentía el Calicanto.
Primeras pedas, primeras largas noches con música, café y amigos, primeros encuentros con la música que me marcaría para siempre, primera cogida en baño público... (ay, ¿a poco ustedes no lo han hecho?) Y después de 19 años, se acabó.
Estuvimos ahí en la inauguración y también en su última noche.
Me guardo un instante de hace muchos años, más de quince. Un instante de una noche muy fría en que sólo pasé a saludar al mesero que me gustaba. Me vio y dejó su mesa. Me acerqué y nos dimos un abrazo. Me dijo, tiempo después, que ese abrazo le salvó la vida, que fue el momento en que supo que me quería.
En los últimos días del Cali, nos volvimos a abrazar.
(Yo habría querido ir otra vez al baño).
Me guardo esos momentos también.
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