Arrugas

Esta mañana mi rostro evidenció cada uno de los 36 años que he vivido, más tres extras por autoabuso.
Mis amigos han de creer que sigo en mis veintes porque me invitan a la pachanga como si fuera universitaria.
Y yo no puedo decir que no.
Si este sábado hubiera dicho que no, me habría perdido del bato que al grito de "¡Soy un avenger!" se dejó caer de un segundo piso. Se rompió la hielera sobre la que cayó. A la caguama que sostenía no le pasó nada (algo tiene de súper héroe). Y creo que él está bien.
Imagínense perderme de eso.

Y me lo pude haber perdido, porque mi equipo de trabajo colaborativo de la maestría decidió que era una idea fantástica reunirnos en forma virtual los sábados y domingos por la noche.
De alguna manera los convencí para que nos reuniéramos sólo el domingo. Y casi no cumplía, porque se me atravesó un tianguis donde unos amigos iban a presentar sus creaciones artísticas. Ah, y el eclipse también.
Pero responsable como soy, sí acudí a la reunión... desde la aplicación de Skype que traigo en el teléfono, sentada en la barra del bar.
(La primera reunión que tuvimos yo me estaba tomando una chela mientras platicábamos, ¿cuál diferencia hay?)

Así que... sí... el espejo no miente.
El autoabuso, mis conductas autodestructivas... todo se refleja.

Pero qué bonito es todo, chingao.

Comentarios

xhabyra dijo…
no mames tienes 36 y pareces de 39,...que chingona vida has llevado

yo tengo 34 y hay dias en los que parezco un bulto dolencias de señor 50 años.

ah pero como dices, que buena es la pachanga.


X-P
Jijiji... y ciertos días también parezco de 50.
Pero no creas tú que mi vida es un conjunto de chingonerías. Bueno sí, pero todas ñoñas. Yo soy ñoña. Pero también nos divertimos.

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