Una vez me regaló una flor de papel
Las cosas más importantes de la vida se aprenden por ahí de los cinco a los diez años de edad. Después las olvidamos por otros diez o veinte y sufrimos considerablemente.
Yo aprendí algo muy importante cuando tenía nueve años.
En cuarto de primaria conocí a un niño. Él, al igual que yo, esperaba media hora más de la hora de salida a que fueran por él. Yo me entretenía dando vueltas alrededor de un gran árbol, caminando sobre sus raíces; pero después de quince minutos, las náuseas pueden más y tienes que sentarte. Entonces me aburría.
Él en cambio solía estar sentado, leyendo alguna revista. A mí me gustaba leer así que un día, después de batir mi propio récord de vueltas, perdí la timidez y le pregunté qué leía. Era una revista que se llamaba "Colibrí" que no recuerdo si la editaba el Conacyt. Era una excelente revista y según me dijo, tenía más.
Al otro día llegó con dos revistas y me compartió una.
Las medias horas de espera que me parecían eternas se iban de pronto demasiado rápido.
Disfrutaba mucho con su compañía.
Terminó cuarto grado y pasamos a quinto.
Uno de esos primeros días escolares mi amiga la Male se enojó conmigo por algo y quiso vengarse, así que me iba a pegar donde más me doliera: mi amistad con Juanito --que así se llamaba el niño. Así que antes de que comenzaran las clases fue a buscarlo y yo tras ella tratando de averiguar qué iba a hacer y le dijo: "Dice Ministry que si quieres ser su novio..."
Yo me puse pálida pálida y estaba a punto de decirle que no era cierto cuando Juanito dijo: "Dile que sí". Lo de querer humillarme con mi amigo falló y dos horas después estrenaba yo un flamante noviecito en el recreo.
Fueron lindos esos recreos.
Recuerdo que había niños que se burlaban de nosotros y nos gritaban la clásica de "¡Son novios, se toman de las manos y se abrazan!" Y recuerdo que en una ocasión, muy listo Juanito dijo "A la próxima que nos digan que nos tomemos de la mano, hay que hacerlo para que no nos molesten" y yo como la gatita fina del chiste "Pues bueno, vamos".
En sexto grado él se cambió de escuela y yo de ciudad. No volví a saber de él y, qué cosas, continuamente me encontraba recordándolo. Creo que todas mis nostalgias: la antigua casa, mi calle, mis amigos, la escuela...las cristalizaba en él. Todas mis necesidades de atención también las materializaba en él. Y es que no volví a conocer a un niño con quien tuviera esa clase de relación. Yo quería a alguien como él, con quien poder hablar, y leer, y discutir.
Pero luego se me olvidó qué era lo que quería. Sufrí e hice sufrir a gente por no saber lo que quería.
(Hasta que conocí a Fefé, quien leía un libro ese primer día y llegó al otro día con dos para que leyéramos juntos, y con quien podía hablar, y discutir).
De Juanito nunca me olvidé. Lo busqué mucho apenas tuve internet. Sólo hasta ahora, con las redes sociales y brincando de un contacto a otro, de un grupo a otro y de una lista de amistades a otra, es que di con él.
No sé bien por qué me parece tan importante que esté ahí, que haya aceptado mi solicitud de amistad y se haya acordado de mí. Tal vez es porque le estoy agradecida.
Agradecida de haber comprendido a los diez años cosas tan importantes y porque tal vez sin él en mi vida, me habría sido muy difícil reconocer a Fefé.
Yo aprendí algo muy importante cuando tenía nueve años.
En cuarto de primaria conocí a un niño. Él, al igual que yo, esperaba media hora más de la hora de salida a que fueran por él. Yo me entretenía dando vueltas alrededor de un gran árbol, caminando sobre sus raíces; pero después de quince minutos, las náuseas pueden más y tienes que sentarte. Entonces me aburría.
Él en cambio solía estar sentado, leyendo alguna revista. A mí me gustaba leer así que un día, después de batir mi propio récord de vueltas, perdí la timidez y le pregunté qué leía. Era una revista que se llamaba "Colibrí" que no recuerdo si la editaba el Conacyt. Era una excelente revista y según me dijo, tenía más.
Al otro día llegó con dos revistas y me compartió una.
Las medias horas de espera que me parecían eternas se iban de pronto demasiado rápido.
Disfrutaba mucho con su compañía.
Terminó cuarto grado y pasamos a quinto.
Uno de esos primeros días escolares mi amiga la Male se enojó conmigo por algo y quiso vengarse, así que me iba a pegar donde más me doliera: mi amistad con Juanito --que así se llamaba el niño. Así que antes de que comenzaran las clases fue a buscarlo y yo tras ella tratando de averiguar qué iba a hacer y le dijo: "Dice Ministry que si quieres ser su novio..."
Yo me puse pálida pálida y estaba a punto de decirle que no era cierto cuando Juanito dijo: "Dile que sí". Lo de querer humillarme con mi amigo falló y dos horas después estrenaba yo un flamante noviecito en el recreo.
Fueron lindos esos recreos.
Recuerdo que había niños que se burlaban de nosotros y nos gritaban la clásica de "¡Son novios, se toman de las manos y se abrazan!" Y recuerdo que en una ocasión, muy listo Juanito dijo "A la próxima que nos digan que nos tomemos de la mano, hay que hacerlo para que no nos molesten" y yo como la gatita fina del chiste "Pues bueno, vamos".
En sexto grado él se cambió de escuela y yo de ciudad. No volví a saber de él y, qué cosas, continuamente me encontraba recordándolo. Creo que todas mis nostalgias: la antigua casa, mi calle, mis amigos, la escuela...las cristalizaba en él. Todas mis necesidades de atención también las materializaba en él. Y es que no volví a conocer a un niño con quien tuviera esa clase de relación. Yo quería a alguien como él, con quien poder hablar, y leer, y discutir.
Pero luego se me olvidó qué era lo que quería. Sufrí e hice sufrir a gente por no saber lo que quería.
(Hasta que conocí a Fefé, quien leía un libro ese primer día y llegó al otro día con dos para que leyéramos juntos, y con quien podía hablar, y discutir).
De Juanito nunca me olvidé. Lo busqué mucho apenas tuve internet. Sólo hasta ahora, con las redes sociales y brincando de un contacto a otro, de un grupo a otro y de una lista de amistades a otra, es que di con él.
No sé bien por qué me parece tan importante que esté ahí, que haya aceptado mi solicitud de amistad y se haya acordado de mí. Tal vez es porque le estoy agradecida.
Agradecida de haber comprendido a los diez años cosas tan importantes y porque tal vez sin él en mi vida, me habría sido muy difícil reconocer a Fefé.
Comentarios
Me hizo pensar en dos personas a las que hace mucho que quiero volver a ver
Sandy, es cierto, una sabe que ya se fue, se terminó pero da gusto, y emoción y nostalgia. Qué curioso que ya tengo contacto con él, y a mi ex más reciente viviendo en la misma ciudad y teniendo conocidos en común, no lo he visto otra vez.
Gracias Claud!
"creeme que yo tambien te extrañe, te llore, sí a mis cortos años de infancia te llore..."
No es esto una lindura?
Pero por más que lo intente no puedo evitarlo:
Sooooon noviooos!!!
Se Beeeeeesan
sus booocas!!!
Se abraaaaazan
na na na na!!!
Y yo una vez regale una flor hecha con un cigarro...
Y que bonito es recordar y saber que de allí se aprendío.
ojatá todas hubieramos tenido un Juanito en nuestro haber.... yo tuve un Edgar
saludos!
Juano, la flor de cigarro es la neta neta de la cursilería... y las de servilletas también... jeje.
Sandy y Ann, pienso que fue gracias a este noviazguito que no me lancé en fuga tras relaciones autodestructivas, considerando mi talento para ello. Y claro, fue muy lindo.
Es horrible separarse así de alguien, tengas la edad que tengas.
Yo tuve a mi Juan (Manuel) y cuando nos encontramos de nuevo nos hicimos hermanos, se nos nota lo mucho que nos influímos, su mujer es mechuda, pelirroja y chinita, como yo... mi ex favorito me leía por horas y hacía observaciones raritas de la gente, como JuanMa...
En otros temas, ambas tareas ya estan hechas, una publicada y la otra en camino. En espera de todo...
Besos
Permiteme presentarme soy tatiana administradora de un directorio de blogs y webs, visité tu página y está genial, me encantaría contar con tu blog en mi sitio web y así mis visitas puedan visitarlo tambien.
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Un beso
tatiana.
We need more "juanitos" in the planet!
i don't mean to brag, but, my todavia is a "juanito."
Arroz