Madre orgullosa
Ayer William se sentía un poco mal, sin embargo se puso a terminar lo que le correspondía de un trabajo de equipo (más o menos el 90% del proyecto). Estuvo trabajando en él viernes, sábado y domingo. El lunes le dio los toques finales y nos fuimos a la papelería a comprar hojas de colores, mandar a imprimir en ellas, hacer ampliaciones a color y todo lo necesario para quedara esto:
Lo que William hizo fue la edición de las fotos de sus compañeros, la creación de los billetes, los monitos para jugar, las tarjetas de propiedades, las tarjetas de castigo y de premios y todo adaptado al entorno escolar; es decir, las propiedades son salones, canchas, oficinas y cafetería de la escuela, mientras que los castigos y premios tienen que ver con maestras, tareas, exámenes y reportes. ¡Ah! En inglés, por cierto, porque el proyecto era para esa materia.
Qué lujo verlo frente a la computadora de la papelería indicando a la dependiente "Ahora hojas rojas", "Ahora cartoncillo amarillo", "Impresión a color", "Impresión blanco y negro"... todo con una autonomía que me deja con el ojo cuadrado.
De ahí lo llevé al médico, pues seguía sintiéndose mal y me lo canalizaron a neumólogo, el cual ya tiene pero ahora para atenderlo no sólo de las alergias sino también por asma.
Y con todo y las broncas que traía para respirar se aventó su trabajazo.
Como todas las madres, soy Mamá Cuervo, pero sólo porque mis críos me tienen mal acostumbrada, superando límites como William, o sus propios límites, que está también cabrón, como Harry.
Ayer por la mañana Harry se levantó sin que hubiera que llamarle dos veces, se preparó para la escuela a celeridad e incluso se preparó el desayuno. Hoy después llamarle como cinco veces y a sabiendas que se atraen más moscas con miel que con hiel, le recordé lo orgullosa que me había sentido por lo que había hecho el día anterior. Me volteó entonces a ver con sus ojotes todavía lagañosos y me dijo: "Si lo hiciera todos los días, no te pondrías tan contenta".
Buen argumento. Me recordó aquella tira de Calvin y Hobbes en la que Calvin se baña sin que se le ordenara y ante la mirada sorprendida de su madre, le advirtió: "Pero ni creas que se me va a hacer costumbre".
Soy bien consciente de que los hijos se forjan mayormente a pesar de uno y en muy pocos casos, gracias a uno; sin embargo, no me voy a negar el gustito de exclamar, al menos de vez en cuando: "¡Ésos son mis hijotes! ¡Tan inteligentes y guapos como su madre!" (sic).
Lo que William hizo fue la edición de las fotos de sus compañeros, la creación de los billetes, los monitos para jugar, las tarjetas de propiedades, las tarjetas de castigo y de premios y todo adaptado al entorno escolar; es decir, las propiedades son salones, canchas, oficinas y cafetería de la escuela, mientras que los castigos y premios tienen que ver con maestras, tareas, exámenes y reportes. ¡Ah! En inglés, por cierto, porque el proyecto era para esa materia.
Qué lujo verlo frente a la computadora de la papelería indicando a la dependiente "Ahora hojas rojas", "Ahora cartoncillo amarillo", "Impresión a color", "Impresión blanco y negro"... todo con una autonomía que me deja con el ojo cuadrado.
De ahí lo llevé al médico, pues seguía sintiéndose mal y me lo canalizaron a neumólogo, el cual ya tiene pero ahora para atenderlo no sólo de las alergias sino también por asma.
Y con todo y las broncas que traía para respirar se aventó su trabajazo.
Como todas las madres, soy Mamá Cuervo, pero sólo porque mis críos me tienen mal acostumbrada, superando límites como William, o sus propios límites, que está también cabrón, como Harry.
Ayer por la mañana Harry se levantó sin que hubiera que llamarle dos veces, se preparó para la escuela a celeridad e incluso se preparó el desayuno. Hoy después llamarle como cinco veces y a sabiendas que se atraen más moscas con miel que con hiel, le recordé lo orgullosa que me había sentido por lo que había hecho el día anterior. Me volteó entonces a ver con sus ojotes todavía lagañosos y me dijo: "Si lo hiciera todos los días, no te pondrías tan contenta".
Buen argumento. Me recordó aquella tira de Calvin y Hobbes en la que Calvin se baña sin que se le ordenara y ante la mirada sorprendida de su madre, le advirtió: "Pero ni creas que se me va a hacer costumbre".
Soy bien consciente de que los hijos se forjan mayormente a pesar de uno y en muy pocos casos, gracias a uno; sin embargo, no me voy a negar el gustito de exclamar, al menos de vez en cuando: "¡Ésos son mis hijotes! ¡Tan inteligentes y guapos como su madre!" (sic).
Comentarios
qué gusto me da. Algún día será así para mí
Saludos y felicidades por tus "hijotes"
que lindo se siente pavonearse de los hijos! y ese William, asi como lo describes con dominio pleno en la compu le auguro un gran gran futuro, y Harry, es mi ídolo, estoy entre el y Mateo Ñets.
Afasia, pavorreal es poco, o más bien pavorreal del tamaño de un avestruz, aunque a veces digan cada cosa, que como digno avestruz, merecería meter la cabeza bajo la tierra.
Ann, sí, se me hace que Harry y Mateo ahí se dan. Leo a Mr. Ñets y me acuerdo de cuando Harry estaba en el kinder.
La Negrita de sololoi
Un día a la vez.
Cómo van esos papeles?
P.S. Me encantan estos post dedicados a tus hijos.
Gracias.