Soy pésima tomando fotografías, pero aquí les dejo algunas de las que tomé en la escapadita que nos dimos a Mazatlán.
Antes de irnos, fuimos a dejar el carro de Fefé a casa de mis papás y me encontré con mi ex, que se le ve mejor que nunca ahora que lo maneja mi carnal.
Fefé despidiéndose de su raspador de hielo. No lo podía desprender de él.
Y mi carrito, más listo que nunca para emprender el viaje. Chéquense las calcas.
Parada técnica.
Cenando en Durango. No estuvo tan mal considerando que no nos llevaron lo que pedimos, nos surtieron mal los refrescos, no había servilletas y las tortillas estaban duras y frías.
Me encantó Durango. Paseamos por el centro bien entrada la noche. Era el último día de uno de los festivales. La foto la tomamos desde el balcón del hotel donde nos quedamos. Lindo el hotel, de ésos que tienen todavía elevador de palanca.
El teatro Ricardo Castro. Y por cierto me acabo de enterar que falleció Rascón Banda y hoy en la mañana le hicieron un homenaje en un teatro de por acá. Una vez lo saludé y me autografió un programa de mano. No sabía que estaba enfermo.
Calles del centro, por la mañana.
Preciosa la sierra.
Entrando al Espinazo del Diablo.
Vista de la playa desde el hotel.
A esto voy yo de vacaciones.
Tiburón de ojos centelleantes de furia. Y del flash.
Pinches acuarios, me deprimen gacho.
Y también fuimos a la Isla de la Piedra que no es isla, pero sí tiene un chingo de piedras. Nadamos mucho. Nos quemamos bastante. Y como no puede fallarme, alguna desgracia me tenía que ocurrir. Un esguince. O sea, no me ahogué, no me pellizcó un cangrejo, no me peleé con otra gorda por las toallas... no, un esguince por andarme metiendo a unas olas pesaditas con mi tabla de boogie board. Hay video de eso, pero no lo pienso publicar.
Ya estoy aquí y me quedan dos semanas para descansar de mi descanso vacacional.
Relajarse resulta muy agotador.
Antes de irnos, fuimos a dejar el carro de Fefé a casa de mis papás y me encontré con mi ex, que se le ve mejor que nunca ahora que lo maneja mi carnal.
Fefé despidiéndose de su raspador de hielo. No lo podía desprender de él.
Y mi carrito, más listo que nunca para emprender el viaje. Chéquense las calcas.
Parada técnica.
Cenando en Durango. No estuvo tan mal considerando que no nos llevaron lo que pedimos, nos surtieron mal los refrescos, no había servilletas y las tortillas estaban duras y frías.
Me encantó Durango. Paseamos por el centro bien entrada la noche. Era el último día de uno de los festivales. La foto la tomamos desde el balcón del hotel donde nos quedamos. Lindo el hotel, de ésos que tienen todavía elevador de palanca.
El teatro Ricardo Castro. Y por cierto me acabo de enterar que falleció Rascón Banda y hoy en la mañana le hicieron un homenaje en un teatro de por acá. Una vez lo saludé y me autografió un programa de mano. No sabía que estaba enfermo.
Calles del centro, por la mañana.
Preciosa la sierra.
Entrando al Espinazo del Diablo.
Vista de la playa desde el hotel.
A esto voy yo de vacaciones.
Tiburón de ojos centelleantes de furia. Y del flash.
Pinches acuarios, me deprimen gacho.
Y también fuimos a la Isla de la Piedra que no es isla, pero sí tiene un chingo de piedras. Nadamos mucho. Nos quemamos bastante. Y como no puede fallarme, alguna desgracia me tenía que ocurrir. Un esguince. O sea, no me ahogué, no me pellizcó un cangrejo, no me peleé con otra gorda por las toallas... no, un esguince por andarme metiendo a unas olas pesaditas con mi tabla de boogie board. Hay video de eso, pero no lo pienso publicar.
Ya estoy aquí y me quedan dos semanas para descansar de mi descanso vacacional.
Relajarse resulta muy agotador.
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