Alguien ya lo hizo, alguien lo hará, así que ¿por qué no hacerlo yo también?
Aunque la invitación ya se las habían hecho desde antes, los invito ahora yo a visitar la exposición en la Quinta Gameros.
Una muestra
(Espero que el ahora dueño del cuadro, porque ya fue comprado, no me demande)
Éste fue de mis favoritos, junto con otro titulado "¿Era para hoy?". Y ambos fueron vendidos. Ni siquiera una vaquita alcanzamos a hacer para comprarnos uno entre todos y compartir la custodia.
Grandes personalidades de la industria mediática estuvieron presentes admirando la exposición.
Noten sus rostros extasiados y en estado de contemplación beatífica.
Eso, señores, es lo que produce el arte.
Y sí... nos divertimos más que el festejado.
Hubo bastantes personas y hasta a un blogguero conocimos.
La verdad es que los cuadros son una verdadera maravilla. Me encantaron los monos, pequeños y frágiles, tan pequeños como el hombre, perdidos en la extensión del inmenso cielo donde sobrevuelan los cuervos de Van Gogh, o el cielo de las noches perdidas de Sabina, o el que brilla detrás de la mítica azotea donde tocaron los Beatles. Y por supuesto, el bellísimo cielo de "Pentagrama" (el cuadro de los pajaritos de la Aldama, dijo mi sister).
Si tienen lana, compren un cuadro y luego me lo prestan un ratito, ¿no?
Aunque la invitación ya se las habían hecho desde antes, los invito ahora yo a visitar la exposición en la Quinta Gameros.
Una muestra
(Espero que el ahora dueño del cuadro, porque ya fue comprado, no me demande)
Éste fue de mis favoritos, junto con otro titulado "¿Era para hoy?". Y ambos fueron vendidos. Ni siquiera una vaquita alcanzamos a hacer para comprarnos uno entre todos y compartir la custodia.
Grandes personalidades de la industria mediática estuvieron presentes admirando la exposición.
Noten sus rostros extasiados y en estado de contemplación beatífica.
Eso, señores, es lo que produce el arte.
Y sí... nos divertimos más que el festejado.
Hubo bastantes personas y hasta a un blogguero conocimos.
La verdad es que los cuadros son una verdadera maravilla. Me encantaron los monos, pequeños y frágiles, tan pequeños como el hombre, perdidos en la extensión del inmenso cielo donde sobrevuelan los cuervos de Van Gogh, o el cielo de las noches perdidas de Sabina, o el que brilla detrás de la mítica azotea donde tocaron los Beatles. Y por supuesto, el bellísimo cielo de "Pentagrama" (el cuadro de los pajaritos de la Aldama, dijo mi sister).
Si tienen lana, compren un cuadro y luego me lo prestan un ratito, ¿no?
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