En casa

Pasé los días de hospitalización en una inquietud que me llevó a ordenar armarios y  burós, pintar muebles, sembrar plantas y limpiar casa con mucha convicción. Me mantuvo en mí. Llorar también. Y uno de esos días lloré mucho, cuando murió Daniel. Me acordé de Luis. Escribí una historia sobre él y calmé un poco la ansiedad. 

Fefé salió antes de lo que esperábamos. La segunda dosis del medicamento hizo efecto. Está en casa y su recuperación irá rápido, ahora que puede dormir y comer cuánto quiere. Siente mucha hambre ahora.

No tuvimos suerte. Se llama privilegio. Porque eso es.

Es un privilegio poder retirarse a casa sin perder el sueldo. Lo es poder disponer de dinero para adquirir un oxímetro. Y contar con un trabajo que te paga las pruebas de laboratorio de tu familia, que te provee de seguro de gastos médicos. No preocuparse por la estancia en el mejor hospital ni por los medicamentos es un privilegio. En este país no tener comorbilidades también es un privilegio.

Me enoja y entristece.

Y por otro lado, Fefé ya está aquí. 


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