Giving up
Llega un punto en la vida en que tocas fondo y es momento de admitir que necesitas ayuda.
El momento llegó la semana pasada cuando al despertar me di cuenta que Hobbes se había comido mi bicicleta.
OK. No se la comió puesto que no hubo acto de digestión, pero se encargó de desmembrarla y ubicar los trozos en cada rincón de la cochera. Me sorprendió mucho no haber despertado y encontrar los manubrios sobre mi cama.
Somos los peores padres del mundo. Creí que la pedagogía utilizada con nuestros hijos iba a funcionar también con Hobbes. Es la pedagogía perfecta y se resume en: “Ya se cansará.”
Y así las cosas, tuvimos que recurrir a un entrenador.
Por fortuna no lo habíamos echado a perder por completo y el entrenador no lo desahució.
Incluso ayer que fue una mera valoración, Hobbes reaccionó de maravilla.
Pinche perro.
Pero ya estamos aprendiendo nosotros. Después de todo el entrenamiento es para uno. Y soy optimista sobre los resultados.
Yo creo que en un par de semanas Hobbes y yo estaremos listos para una competencia de baile. Aunque mi madre diga que bailar no es la respuesta apropiada ante una amenaza.
Madre: Bailar es SIEMPRE la respuesta apropiada para todo.
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