Despedidas

Se va el gerente de varios años. Lo mandan a otra ciudad. Y nosotros estrenaremos flamantísimo y joven gerente, quien, por mera primera impresión, me pareció accesible y agradable.
Hay quienes están muy tristes por esta partida. Algunos, no tanto. Personalmente, sí lo voy a extrañar, ya que llegué a apreciarlo como quien padece el Síndrome de Estocolmo.
Ok. Eso se leyó mal.
Me explico.
Dice Wikipedia: El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la cual la víctima de un secuestro, o una persona retenida contra su voluntad, desarrolla una relación de complicidad, y de un fuerte vínculo afectivo, con quien la ha secuestrado. Se debe, principalmente, a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del secuestrador.


Trabajar con el gerente que se va ha sido uno de los grandes retos que he tenido en lo laboral. A nivel nacional tiene fama de ser uno de los gerentes más difíciles, así que llegar con resultados positivos a las juntas anuales con los demás asesores del país, solía ser motivo de aplauso.
Y sí. Sí era difícil. Es una persona con una presencia y lenguaje imponente, y tuve que aprender a ser bien valientota para negociar con él y recursiva, para llegar a mis objetivos, a pesar de él.
En el ínter, nos aprendimos a respetar mutuamente y hasta a caer bien.
Por eso los gestos más básicos de reconocimiento, la gente que los recibía los interpretaba como algo enorme. Y es que entrar a su oficina después de escuchar gritos dirigidos a alguien más y salir de ahí sin un rasguño moral, sí era como motivo de orgullo y generadora de extraños y conflictivos sentimientos.
Se va y lo extrañaremos.
Y a aprender de nuevo, aunque la verdad siento que después de él, todo estará bien papitas.
¿Verdad?
¡¿VERDAD?!

Comentarios

Amalthea dijo…
Si, todo lo que les sigue es como mantequilla sobre pan caliente.
Yo tenía un jefe, Montero, que vomitaba insultos floridos a derecha e izquierda, que con palabras que no eran ciertamente groserías dejaba tasajeado a todo el mundo. Al principio me pareció castigo ser asignada a su vecina de oficina, y años más tarde terminé PIDIENDO trabajar a su lado. Gran señor el Montero, poco político, poco gentil, muchos conocimientos, muchos agradecimientos de parte mía.
Algo se aprende siempre, y aunque no estoy de acuerdo con ese tipo de liderazgo, siempre agradeceré las experiencias adquiridas.

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