Llego a casa y mis hijos me reciben con un beso y un amable "cómo te fue".
Llega Fefé y ambos revolotean a su alrededor, Harry para contarle sobre la ciudad que acaba de descubrir en Google Earth y cómo hay en ella vestigios prehistóricos y construcciones medievales; William para platicar con él sobre magnetismo (escuchándolos hablar se oye muy interesante y no cómo lo aprendí en la escuela).
Los escucho y me doy cuenta que necesito un hijo estúpido.
Llega Fefé y ambos revolotean a su alrededor, Harry para contarle sobre la ciudad que acaba de descubrir en Google Earth y cómo hay en ella vestigios prehistóricos y construcciones medievales; William para platicar con él sobre magnetismo (escuchándolos hablar se oye muy interesante y no cómo lo aprendí en la escuela).
Los escucho y me doy cuenta que necesito un hijo estúpido.
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Tal vez si les cuento que me saqué 776 puntotes (de un máximo de 800) en el examen de admisión a la maestría me podrían volver a querer... tal vez.
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