Carreteras
¿Cuándo se me irá a quitar esta inquietud que me da cada vez que tengo que salir de la ciudad varios días? Me preguntaba ayer. Yo misma me respondí, tampoco estoy tan tonta: “Se te va a quitar el día que ya no regreses.”
Supongo que ese cosquilleo, esa inquietud no es más que la forma que tiene mi cuerpo de mostrarse emotivo cuando racionalmente quiero suprimir cualquier señal de tristeza o preocupación.
* * * * *
Revivo cuando manejo en la carretera.
Y no digo esto porque me guste estar viajando (que sí me gusta pero no es la razón).
Me pasa algo curioso cuando me encuentro ante una de esas curvas que no esperabas que fueran tan cerradas o ante un auto que de repente se mete en tu carril.
Mi mente dice “Fiú, de la que me salvé” pero me quedo pensando si eso fue realmente lo que sucedió. ¿Quién dice que no me quedé atrás en un accidente mientras que al tiempo se abrió esta realidad alternativa en la que sigo viva?
Voy dejando huellas de lo que he sido en cada camino.
Lo que fui está siendo en un universo desconocido.
Lo que soy ahora persiste en cada una de mis muertes.
Cada muerte me revive.
Qué gran oportunidad.
Hace unas noches trataba de dormir en la habitación de un hotel que me pareció demasiado grande. Tan grande que daba mucho espacio a que entrara la soledad.
No era una habitación fea. En realidad el hotel era muy lindo. Las habitaciones estaban dispuestas en una media luna, todas con vista al jardín. Para acceder al jardín cada habitación contaba con un par de puertas corredizas de cristal. Puedes salir por ahí si deseas a la alberca, a tomar el sol o simplemente dejar abiertas las cortinas para disfrutar de la vista.
Yo no hice ninguna de estas cosas el día que llegué. Tuve intención de tomarme una cerveza y fumarme un cigarro pero si tengo la oportunidad, prefiero leer un poco y dormir.
A los minutos de haberme quedado dormida me despertaron varias detonaciones. Eran balazos y no podía darme cuenta de dónde venían ni adónde iban así que me eché al suelo.
Siguieron por algunos instantes más.
Estaban muy cerca.
Después, cuando yo esperaba que hubiera alboroto pues había muchos huéspedes en el hotel, se instaló un grave silencio. Es cierto lo que dicen de estos silencios. Son pesados, invaden el espacio.
Sólo se relajó un poco el ambiente después de que se escucharon las patrullas – comúnmente, si llega la policía es que los delincuentes ya están lejos--. Yo me levanté del suelo y traté otra vez de dormir.
Sorprendentemente, sí pude.
No me dio miedo, no me quedé con el pendiente de que volvieran luego… ¿que estará pasando lo que tanto temo? ¿me estaré volviendo insensible?
A los dos días me enteré de que habían ejecutado a un joven de años.
* * * * *
Sigo saliendo.
Otro mes de mucho movimiento.
Comentarios
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Esa idea que tienes de que cuando pasa algo que te pone al borde de un accidente y piensas que quiza si moriste y esta es otro camino que se abrió sin que te dieras cuenta es una idea que me ataca muy seguido también a mí.
Y a lo mejor es cierta.
Felicidades por tus reencarnaciones en tí misma, y por hacernos pasar un rato agradable.
Lo de morir y no darse cuenta no se me había ocurrido, pero y si anoche cuando casi me ahogo por un trocitito de pollo... no, no creo =S
Date un pellisco, si lo sientes estás viva.
Anónimo, fue en un pueblito, el último antes de salir de este estado. Solía ser un lugar tranquilo como muchos. Curioso que me haya tocado ahí y no en Juárez.
Sandy, es curioso cómo nos adaptamos. Mi mamá me contaba de una balacera que hubo hace poco cerca de su casa y de la sensación que había tenido al pensar que en ese momento había una o varias personas punto de ser asesinadas. Eso me pegó muy duro. Así que creo que tal vez todavía no estoy muerta por dentro.
Ernesto, lo maravilloso es que con cada uno de estos encuentros con mis alter-vidas, me siento más viva que nunca... como una oportunidad para cambiar de piel. Pero seguiré tu consejo nomás para despertarme mientras manejo.