La calle

El fraccionamiento completo se quedó sin luz esta tarde. Parece que alguien se estrelló contra un poste y tuvieron que levantarlo nuevamente.
Mientras dentro de las casas todo quedaba en silencio --radios, estéreos, televisiones, computadoras y videojuegos callaron-- afuera las calles revivieron.
El calor había logrado confinar a la gente entre cuatro paredes, pero la verdadera atadura venía de los malhechores mencionados anteriormente.
Esta tarde se soltaron sus grilletes.

Primero salieron los niños después de un par de horas de haber agotado las posibilidades de lucha contra el hastío bajo techo: un rato de lotería, otro más de turista. A pesar del calor, Harry se dijo "vámonos a la calle".
A William le fue más difícil. "¿Tú crees que tengan luz en el ciber?" me preguntó. Supongo que se dio cuenta que tampoco tenía luz, porque con toda la resignación del mundo y contra la amenaza de miles de esporas y alergenos, salió finalmente a la calle. Y lo disfrutó.

Yo salí a caminar un rato, esta vez sin Lulú. Se habría alborotado mucho con tanto movimiento: niños, niñas, madres con sus bebés, padres lanzando balones, hombres regando un jardín, mujeres conversando con sus vecinas... bicicletas, triciclos, cochecitos, gatos y perros.

La tarde estuvo tan fresca. ¿Será que los aparatos eléctricos de cientos de casas encendidos a la vez nos están elevando las temperaturas? Sería buena idea probar cada tarde esta teoría.

Harry entró de repente a la casa como un remolino.
-- ¡Vimos unas niñas en la otra calle! ¡Traían patines! Y pues... creo que Iván y yo nos pondremos los nuestros-- me dice con una sonrisa que implica un "You know what I mean...."

Me senté afuera de casa deseando tener una mecedora de esas que tuvieron mis abuelas en sus porches. O ya de perdido una silla de jardín. Pero no tengo y me conformé con sentarme en una bardita fresca. Al poco rato Lucky y su novia me hicieron compañía.

Como a las ocho de la noche una luz parpadeó en una de mis recámares y llegó a mis oídos, al mismo tiempo, el grito jubiloso de uno de mis vecinos.
Llegó la luz pero a mí que se me da tan bien, me dio por fingir demencia.
Seguí un rato más afuera viendo pasar la gente, las pelotas y los niños.

Comentarios

Juano dijo…
hoy cuando estaba en la escuela tenía mucho calor... Llegó la pompudita por mi y me sacó a caminar... Creo que es psicológico xq nada más empezamos a caminar y se me olvido el calor xq empecé a sentir una brisa que el estar estresado en la escuela no sentía, que cosas con el pinchi calor
todavia dijo…
A veces pienso que deberían cortarnos la electricidad un par de días al mes para obligarnos a levantar el trasero de la silla y salir a la calle.

Y ¿Que tal les fue a Harry y a Ivan con la "patinada"?
Estoy de acuerdo. Le haría un gran bien al planeta, a nosotros y a nuestras relaciones.
Tengo muy presente un momento familiar, una vez que se fue la luz en casa. Estábamos en la cama de mis papás todos, hasta el perro y el gato, hablando y riendo. Cuando regresó la luz, me puse triste. No quería que el momento se acabara.

Ya sabes cómo es Harry... "Hoy fue un gran día, el mejor". Debió pasársela muy bien con las nuevas amigas.
Anónimo dijo…
y si fingimos que no hay luz? es mas rico, mas sano.
el lunes no tuve luz en la oficina y fue muy relajante y me sirvio para poner orden aqui con detalles que no habia hecho antes por estar pegada a la compu y a la sumadora, fui feliz...

saludos!
Unknown dijo…
Saludos Maestra, te pusiste nostálgica.
La verdad que algunas personas si exageran con eso del calor y la neta como tema de conversación ya aburre.
Es bueno poder pasar una buena tarde con cosas sencillas que están siempre a nuestro alcance, pero las olvidamos por vivir siempre presionados.
Cuídate, date otra tarde así, aunque haya luz.
Luego nos leemos.
D. dijo…
Hola Ministry:

Es un gran tema, una problemática que muchos vemos, los jóvenes dinosaurios que vivimos en "la época en que no había internet", apenas unas pocas horas de tv... y mucha lectura.
Hoy somos dependientes, en el más estricto sentido de la palabra. Eso es muy peligroso, aunque no lo parezca, o lo parezca exagerado.
Creo que se debiera inculcar el hábito de la lectura en los chicos, del deporte en vía libre.
Te mandaré algo relacionado a tu publicación.
Saludos.
Daniel.
Incluso los adultos treintañeros yendo hacia la cuarentena nos hemos hecho bastante afectos a los artefactos tecnológicos. Hemos trasladado ahí nuestras filias y somos a los que más difícil se les hace tomar distancia de ellos.

En casa William sufre si no puede usar la computadora, sufre mucho porque la usa para aprender, para enseñar (un tutorial que acaba de hacer tiene como 300 visitas y se lo enlazaron desde la página de univision), para jugar. Pero eso no quita que vaya a clases de ajedrez, ahora va a clases de americano y por las noches se desvela leyendo. A Harry le encanta la calle, con él no sufro para que se ejercite aunque no le gusta mucho el deporte organizado. Y puede prescindir más de la computadora que de su reproductor de música.
Se culpa a los medios de que los niños estén ahí pasivos ante ellos, pero no se piensa en el papel de los padre en esto. Muchos prefieren a sus hijos encerrados para no tener que preocuparse de que anden en la calle, o tener que salir ellos con sus hijos.
Si los niños tienen opciones y se les muestra cómo ejercitarlas, seguramente elegirán la calle, los juegos o los libros. Y por qué no el internet también o los videojuegos? Habiendo tantas formas de sacarles partido...
Sandy Gallia dijo…
aaaaaaaaaaaaah! que chidoooooo!!!! =D
Indio Cacama dijo…
A mí no me dejaban salir de niño a la calle, y cuando me salía era presa de los bravucones, por eso además de que no me dejaban salir yo prefería no salir.
Hay personas mayores que todavía recuerdan cuando la calle era el centro de convivencia social, donde se hacían las amistades y surgían los romances, cuando toda la gente se conocía entre sí, pero en ese entonces las calles estaban diseñadas para que así ocurriera, actualmente, en el área metropolitana de la Ciudad de México, es decir en el Distrito Federal y municipios conurbados del Estado de México , las colonías no cuentan con calles que siquiera tengan acera, hay apenas una pequeña franja de concreto donde quien camine por ellas tiene que hacer equilibrio, ya parece que allí van a poder jugar los niños, andar en bici o en patines, las calles que tienen una acera amplia pronto son invadidas por vendedores, y para el transeúnte sólo queda la orillita del arrollo, de plano, por aquí no se puede...
Las casas también estaban diseñadas antes para ser espacios de convivencia y ahora ya nomás sirven para llegar a dormir. Hay que retomar las calles.
Implicada dijo…
La calle es la neta,
ahí crecí,
esperando salir,
esperando correr,
patines
bici...

qué rico estar ahí otra vez!!

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