Aquel caracol
Ayer Fefé llegó sin su cartera a casa, después de un torneo de boliche.
Preferible así a que llegara sin calzones, pero de todos modos me pudo mucho la pérdida de su cartera. Era linda, de piel negra con un caracol de colores bordado. En ella no había efectivo, sólo identificaciones, tarjetas y un par de fotos. Entre las fotos estaba un recorte de periódico muy viejo, de 1997, de una ocasión en que fuimos a la inauguración de una exposición fotográfica a la que ni siquiera entramos porque había demasiada gente y lo que queríamos era sentarnos en algún lugar a hablar.
Esa noche fue anterior a la noche del beso pero posterior a mi declaración amorosa.
Salimos del museo, pero antes alguien de un periódico nos tomó la foto, y luego nos fuimos caminando a un café, al mismo, donde él trabajó y por donde varias veces pasé algunas noches sólo para verlo.
Nos sentamos y me dio el down. Estaba junto a la persona que quería pero al mismo tiempo no. O no era así como yo quería estar. Me abrazó y dejamos el café. Caminamos un buen rato tomados de la mano. Luego abordamos un taxi y él siguió tomando mi mano. Yo temía hacer cualquier movimiento, tal era la fragilidad del momento. No quería que me soltara.
Se despidió de mí frente a mi casa y se acercó tanto que pensé que me besaría pero no lo hizo. Se detuvo un instante y se fue.
(Al día siguiente, después de caminar algunas cuadras de la mano, ya no se detuvo. Ninguno de los dos.)
Pensaba en esa imagen mientras Fefé hablaba para cancelar su tarjeta. Era una linda foto, él con sus bucles negros, playera blanca y chamarra de motociclista --la guardamos todavía pues William la va a heredar; Harry heredará la otra, la de motociclista tipo House-- y yo toda cachetona, con blusa blanca y cazadora café.
Linda la foto y la cartera.
Fefé regresó al local hoy a preguntar por su cartera. Un cliente la encontró y la dejó con el encargado.
No es la primera vez que nos sucede que nos regresan algo extraviado. De hecho cada que perdemos algo -- perder cosas es lo nuestro-- hay alguien honesto que nos lo regresa.
Sólo conozco gente honesta.
Gracias por no dejarme perder la esperanza y devolverme mis recuerdos.
Preferible así a que llegara sin calzones, pero de todos modos me pudo mucho la pérdida de su cartera. Era linda, de piel negra con un caracol de colores bordado. En ella no había efectivo, sólo identificaciones, tarjetas y un par de fotos. Entre las fotos estaba un recorte de periódico muy viejo, de 1997, de una ocasión en que fuimos a la inauguración de una exposición fotográfica a la que ni siquiera entramos porque había demasiada gente y lo que queríamos era sentarnos en algún lugar a hablar.
Esa noche fue anterior a la noche del beso pero posterior a mi declaración amorosa.
Salimos del museo, pero antes alguien de un periódico nos tomó la foto, y luego nos fuimos caminando a un café, al mismo, donde él trabajó y por donde varias veces pasé algunas noches sólo para verlo.
Nos sentamos y me dio el down. Estaba junto a la persona que quería pero al mismo tiempo no. O no era así como yo quería estar. Me abrazó y dejamos el café. Caminamos un buen rato tomados de la mano. Luego abordamos un taxi y él siguió tomando mi mano. Yo temía hacer cualquier movimiento, tal era la fragilidad del momento. No quería que me soltara.
Se despidió de mí frente a mi casa y se acercó tanto que pensé que me besaría pero no lo hizo. Se detuvo un instante y se fue.
(Al día siguiente, después de caminar algunas cuadras de la mano, ya no se detuvo. Ninguno de los dos.)
Pensaba en esa imagen mientras Fefé hablaba para cancelar su tarjeta. Era una linda foto, él con sus bucles negros, playera blanca y chamarra de motociclista --la guardamos todavía pues William la va a heredar; Harry heredará la otra, la de motociclista tipo House-- y yo toda cachetona, con blusa blanca y cazadora café.
Linda la foto y la cartera.
Fefé regresó al local hoy a preguntar por su cartera. Un cliente la encontró y la dejó con el encargado.
No es la primera vez que nos sucede que nos regresan algo extraviado. De hecho cada que perdemos algo -- perder cosas es lo nuestro-- hay alguien honesto que nos lo regresa.
Sólo conozco gente honesta.
Gracias por no dejarme perder la esperanza y devolverme mis recuerdos.
Comentarios
La gente buena atrae cosas buenas y da gusto saber que no todo es nefasto en este mundo, que a veces parece ir derecho a una catástrofe.
Hermosos recuerdos y con tu forma tan pulcra de escribir, los haces aun más amenos e interesantes.
De verdad que eres una persona muy especial. Aunque mientas cuando has bebido :o]
Cuídate mucho, luego nos leemos.
Jaja!No miento cuando tomo, nomás incomodo a los presentes.
Que hermosa historia!. =)
muy lindo que sigan econtrándose
saludos,
buen fin de semana
Son esos pequeños detalles de la humanidad que me fascinan.
Qué padre historia la que cuentas, hasta se me enchinó la piel
Por cierto, FELIZ DÍA DE LAS MADRES!!!
TE mando un gran abrazo y felicidades por tus niños, son mis héroes!!
Llamale Karma o como sea... pero al final a la gente buena le pasan cosas buenas. O al menos me gusta pensar asi para no perder la esperanza.