Sale algunas veces por las noches. Se va a un bar o una cantina. Ajedrez o dominó. Cervezas o whisky.
No me preocupo. Lo miro salir, como otras veces salgo yo y me comienzo a divertir a con los mensajes que me envía al celular: un fragmento de canción, una frase de un poema, el nombre de un conocido a quien saludó. Más noche, cuando yo ya estoy dormida, la alerta de mensaje me anuncia que viene en camino con una hamburguesa o un hotdog para compartir conmigo.
No me preocupan sus salidas pues en ellas piensa en mí.
Me preocupa cuando no sale. Cuando se ensimisma trabajando en la computadora y enciendo su reproductor de música. Desde mi cuarto escucho la música, los poemas. Estamos tan cerca pero también nos separa una muralla de recuerdos que sé infranqueable. No sé en quién piensa ni qué lo habita mientras trabaja y escucha, trabaja y tararea.
No hay mensajes entonces a mi celular. No sé si los haya a algún otro.
En todo caso ese momento de silencio y ensoñación nos lo merecemos todos.
Aunque en mi cama me abrace a la almohada y tiemble.
Comentarios
Y con eso, el corto momento de seriedad que me permití por hoy se ha desvanecido. Peung.
Peung.
Ese ensimismamiento...
el menos en mi caso es un signo terrible de que me está cargando el payaso
Así me pasa a mí con la "ensimismada" sólo que yo la enriquezco con toda clase de caras para que sepan que me está cargando el payaso.
En el caso de Fefé no es así y es difícil leer signos con un lenguaje que es diferente al propio.
O te ha dejado la mujer que amas, o la incertifumbre y el ensimismamiento vienen de algo que perdiste?
Me han solido pasar las dos cosas, por lo que me reconozca, aunque sea malinterpretándolo.
Él sigue aquí, al igual que yo.
Y esas pequeñas preocupaciones me motivan a seguir haciendo cosas para seguir aquí.
Y es que nunca hay que dar nada por seguro.
Muy buen post
Gracias.
Si no, dime.
A donde te lo mando?
Muchas gracias!