Mi momento doméstico de la semana
Tocaron a mi puerta ayer por la mañana y en la paranoia colectiva de mi ciudad, me asomé por entre las cortinas y observé al sujeto que osaba interrumpirme en mi décimo intento frustrado por instalar un editor de video en mi computadora.
Era un mozalbete acompañado de una maleta con productos de limpieza. Me arriesgué a abrir la puerta porque se veía más ñango que yo. En cuanto me vio me soltó una retahíla frecuentemente interrumpida por la muletilla "le digo, le digo". Llegado el momento culminante, lo interrumpí yo diciendo: "No tengo dinero."
La cara que puso... No sé cuántas veces la habrá ensayado frente a un espejo, pero la cara que puso... entre perro apaleado y gato resentido.
¿Qué puedo decir? No pude con esa cara. Yo acepté el producto y él terminó de recitarme sus bondades: además de acabar con el cochambre más cabrón, sirve para quitar manchas en tapicería y ropa; limpia muebles de madera sin dañarlos y equipo electrónico sin dejarlo grasoso; puede desengrasar herramienta y motores, y no reseca las manos ni contamina el ambiente. Una maravilla pues.
Un día antes le había tocado ir a mi Excelsa a ayudarme en la casa y con bastante rencor me echó en cara mi irresponsabilidad al no tenerle debidamente surtido el departamento de productos de limpieza, entre los que faltaban, a saber, el siempre útil Fabuloso y el eficiente desengrasante de Stanhome. Terminó el quehacer sin tocarme la estufa en señal de inconformidad, así que yo me quedé con la mugre de una semana acechando malignamente desde la cocina.
Y es que no era cualquier mancha... era una mancha asentada ahí desde una de esas noches de frío, de duro cierzo invernal, en la que se me ocurrió calentar leche para hacer chocolate. Como a mí se me quema hasta el agua, la leche no corrió con mejor suerte y ahí se quedó, pegada, quemada y renegrida.
Ayer por la noche, cuando vi paseándose tranquilamente una cúcara sobre la estufa, decidí que era suficiente y me dispuse a estrenar el producto.
Rocié un poco, me llegó un agradable aroma a naranja e inmediatamente después comencé a ver cómo se despegaba la plasta del acero inoxidable. Ya nomás tuve que retirarla con un trapo.
Recordé que dijo que podía utilizarse para la ropa y tomé una sudadera de Harry, toda llena de lamparones de grasa de cuando come tacos de barbacoa en la escuela y la rocié con el limpiador, tallé un poco y la lavé. Ya había probado con otros productos sin mucho éxito, y lo maravilloso fue que éste sí funcionó.
La última prueba la pasó con el sillón de la sala. ¿Recuerdan? Aquel sillón nuevo que absorbió toda la tinta del bolígrafo que el director de cine, William, habia dejado por accidente.
Anoche rocié, recogí la cantidad de tinta que iba saliendo, lavé el trapo varias veces, hasta que quedó reluciente, trapo y sillón.
Por todo esto los invito a usar Max Clean, producto mexicano --posiblemente con la fórmula pirateada de algún otro-- económico y rendidor.
(Nadie me ha ofrecido lana para publicidad... aunque deberían)
De nada.
Era un mozalbete acompañado de una maleta con productos de limpieza. Me arriesgué a abrir la puerta porque se veía más ñango que yo. En cuanto me vio me soltó una retahíla frecuentemente interrumpida por la muletilla "le digo, le digo". Llegado el momento culminante, lo interrumpí yo diciendo: "No tengo dinero."
La cara que puso... No sé cuántas veces la habrá ensayado frente a un espejo, pero la cara que puso... entre perro apaleado y gato resentido.
¿Qué puedo decir? No pude con esa cara. Yo acepté el producto y él terminó de recitarme sus bondades: además de acabar con el cochambre más cabrón, sirve para quitar manchas en tapicería y ropa; limpia muebles de madera sin dañarlos y equipo electrónico sin dejarlo grasoso; puede desengrasar herramienta y motores, y no reseca las manos ni contamina el ambiente. Una maravilla pues.
Un día antes le había tocado ir a mi Excelsa a ayudarme en la casa y con bastante rencor me echó en cara mi irresponsabilidad al no tenerle debidamente surtido el departamento de productos de limpieza, entre los que faltaban, a saber, el siempre útil Fabuloso y el eficiente desengrasante de Stanhome. Terminó el quehacer sin tocarme la estufa en señal de inconformidad, así que yo me quedé con la mugre de una semana acechando malignamente desde la cocina.
Y es que no era cualquier mancha... era una mancha asentada ahí desde una de esas noches de frío, de duro cierzo invernal, en la que se me ocurrió calentar leche para hacer chocolate. Como a mí se me quema hasta el agua, la leche no corrió con mejor suerte y ahí se quedó, pegada, quemada y renegrida.
Ayer por la noche, cuando vi paseándose tranquilamente una cúcara sobre la estufa, decidí que era suficiente y me dispuse a estrenar el producto.
Rocié un poco, me llegó un agradable aroma a naranja e inmediatamente después comencé a ver cómo se despegaba la plasta del acero inoxidable. Ya nomás tuve que retirarla con un trapo.
Recordé que dijo que podía utilizarse para la ropa y tomé una sudadera de Harry, toda llena de lamparones de grasa de cuando come tacos de barbacoa en la escuela y la rocié con el limpiador, tallé un poco y la lavé. Ya había probado con otros productos sin mucho éxito, y lo maravilloso fue que éste sí funcionó.
La última prueba la pasó con el sillón de la sala. ¿Recuerdan? Aquel sillón nuevo que absorbió toda la tinta del bolígrafo que el director de cine, William, habia dejado por accidente.
Anoche rocié, recogí la cantidad de tinta que iba saliendo, lavé el trapo varias veces, hasta que quedó reluciente, trapo y sillón.
Por todo esto los invito a usar Max Clean, producto mexicano --posiblemente con la fórmula pirateada de algún otro-- económico y rendidor.
(Nadie me ha ofrecido lana para publicidad... aunque deberían)
Qué cenó Pancho Mejorando el mundo, un post a la vez.
De nada.
Comentarios
(en serio donde consigo esa cosa???)
yo necesito quitarle unas manchas al uniforme de Tish, aunque no se bien que es, creo que fue frutsi con tinta y algo de corrector
saludines!
JChef, en realidad estoy preparándolos para el gran golpe publicitario que daré dentro de unos días.
El frutsi, por otro lado, tiene uno de los colorantes artificiales más poderosos. Puedes usarlo como destapador de caños. O para causarle un choque anafiláctico fulminante a alguien alérgico a los colorantes.
Tuve que educarme.
y a buscar donde lo venden jajaja
Esto es un blog con responsabilidad social.
Hey! eso se oyó chido.
Lo voy a poner en mi próximo banner.