Nublado
Aprovisionada de café y galletitas, me preparo para este día.
No es lo único ni lo más importante que tengo a mi alrededor.
A mi derecha está el celular y el teléfono de casa. Al frente, dos cojines que puedo acomodar con mis pies si fuera necesario (estoy recostada en mi cama). A la izquierda hay un buró donde está Persépolis, que acabo de terminar, y Debate Feminista, que acabo de empezar ayer (viene una investigación buenísima de Rachel Maines sobre la evolución y uso de los vibradores, el contexto médico y psicoterapéutico --las histéricas somos lo máximo-- y la lucha de las mujeres por la reivindicación del placer --¿sabían que en Sears a principios del siglo XX vendían vibradores?--). En el buró también hay una botella con agua, pastillas y mi agenda. En mis piernas y sobre un cojín está mi lap con un e-book abierto todo el tiempo para poder recuperar la lectura de Going Postal.
Son las nueve de la mañana y me espera un largo día: leer mi correo, responderlo, leer actualizaciones de blogs, pendejar un rato en FB, leer el periódico, checar las noticias locales, buscar bibliografía para el protocolo y tal vez platicar con alguien en el messenger. Después leeré un rato DF y cuando me sienta medio densa, leeré Going Postal. Luego checaré de nuevo mi correo, responderé, pendejearé en FB, veré actualizaciones de blogs...
Me estoy recuperando bien y la verdad es que no sería así si no fuera por el internet que me provee de razones para quedarme en cama.
Les dejo unas imágenes muy lindas y cándidas que me encontré, a propósito del estudio de Maines La tecnología del orgasmo.
No es lo único ni lo más importante que tengo a mi alrededor.
A mi derecha está el celular y el teléfono de casa. Al frente, dos cojines que puedo acomodar con mis pies si fuera necesario (estoy recostada en mi cama). A la izquierda hay un buró donde está Persépolis, que acabo de terminar, y Debate Feminista, que acabo de empezar ayer (viene una investigación buenísima de Rachel Maines sobre la evolución y uso de los vibradores, el contexto médico y psicoterapéutico --las histéricas somos lo máximo-- y la lucha de las mujeres por la reivindicación del placer --¿sabían que en Sears a principios del siglo XX vendían vibradores?--). En el buró también hay una botella con agua, pastillas y mi agenda. En mis piernas y sobre un cojín está mi lap con un e-book abierto todo el tiempo para poder recuperar la lectura de Going Postal.
Son las nueve de la mañana y me espera un largo día: leer mi correo, responderlo, leer actualizaciones de blogs, pendejar un rato en FB, leer el periódico, checar las noticias locales, buscar bibliografía para el protocolo y tal vez platicar con alguien en el messenger. Después leeré un rato DF y cuando me sienta medio densa, leeré Going Postal. Luego checaré de nuevo mi correo, responderé, pendejearé en FB, veré actualizaciones de blogs...
Me estoy recuperando bien y la verdad es que no sería así si no fuera por el internet que me provee de razones para quedarme en cama.
Les dejo unas imágenes muy lindas y cándidas que me encontré, a propósito del estudio de Maines La tecnología del orgasmo.
Comentarios
Nos vemos en el msn.
Y pues, quién sabe...
Pecesita, sí vendían pero sólo porque los médicos decían que era necesario para curar la histeria, e imagino que más de una dama ha de haber fingido estar histérica para que le compraran su terapia.
que gusto que guardes reposo en camita como debe de ser, espero pronto pasen todas las molestias y vuelvas a la circulación super recargada!
Y pues, si tienes marido que no se sienta amenazado por un masajeador, adelante.
Ann, a mí también me dio una ternurita mezclada con "pinches viejas, oprimidas pero encontraremos siempre la manera de que las cosas puedan trabajar para nosotras"
saludos!