Cada que veo anuncios sobre la depresión (no la económica, la otra) me entra una basurita en el ánimo. Supongo que hay quien de verlos tanto termina deprimido y enganchado al cymbolta y a todas las drogas nuevas que existen para tratarla.
A mí me ponen triste en reversa, porque me recuerdan una etapa de mi vida que no quisiera volver a vivir. Sin embargo soy insistente y masoquista al recordarla y termino preguntándome cómo pude sobrevivirla, sin apoyo, sin información, sin nada a qué agarrarme.

Los niños estaban en el kinder. Fefé trabajaba en segundo turno. Yo salía de la casa a las 6:20 de la madrugada para poder entregar niños en la escuela y llegar a tiempo a mi trabajo. En el trabajo tenía que atender 22 horas clase a la semana más la parte del trabajo correspondiente a mi titularidad, que era también bastante. Salía de trabajar y regresaba a casa sólo para entregarle las llaves del carro a Fefé para que él se fuera a trabajar. Llegaba pasadas las doce de la noche y yo estaba demasiado cansada para intentar cualquier tipo de comunicación con él. Se sumó a esto mis problemas económicos ocasionados en parte porque en mi trabajo como titular se le puso a mi jefa que debíamos cobrarles a los alumnos ciertas cuotas que estaban pagando (en lugar de pasar directamente a administrativo) y yo soy muy descuidada con el dinero, cuando no se me perdía, segurito que me hacían tonta. La otra parte fue el mal manejo de mi tarjeta de crédito. Y de ahí en delante todo fue cuesta abajo.

Donde más lo resentí fue en el nivel de energía. A las 9 de la mañana ya estaba yo fatigadísima, como si fueran las 10 de la noche. Me dolía tantísimo el cuerpo y apenas empezaba mi jornada laboral. No tenía ganas de hablar con nadie. Todo pasaba como en una película totalmente ajena a mí. Llegaba a casa queriendo dormir toda la tarde, lo cual no podía hacer porque tenía dos niños de 4 y 5 años a los que atendía yo sola y cuando llegaba la noche me pegaba el insomnio pensando en pendejadas y ya no descansaba. Además mis manías y compulsiones se habían desatado a lo cabrón.

Así pasaron meses. Fefé se preocupaba pero no lograba asimilar qué me estaba pasando. Le cruzaban por la cabeza mil cosas que en nada me ayudaban.
En una primera visita al médico me dieron multivitamínicos y relajantes.
Valieron madre.
Una segunda visita a otro médico me llevó a hacerme mil estudios donde salí con algunas hormonas movidas y cosas así. Me recetaron hormonas pero la doctora además me dio Prozac, en lo que funcionaban las hormonas.
Las hormonas jamás las tomé, básicamente porque no tenía dinero y también porque el prozac estaba haciendo muy bien su jale.
Sólo cuando la fluoxetina comenzó a surtir efecto fue que me di cuenta en qué me había convertido. Cuando comencé a sentirme dueña de mi vida otra vez, fue que pude ver al monstruo que era antes, con la depresión.

Coincidió por esa época, un poco antes de las pastillas, que mi jefa renunciara y pusieran a otra persona en su lugar.
Qué asombroso ver cómo la forma en que una persona hace su trabajo puede afectarte tantísimo.
Y es que, entonces lo supe, yo no puedo trabajar así con alguien que está encima de mí chingue y chingue, jode y jode, hostigue y hostigue: ¿ya está esto? ¿ya hizo esto otro? ¿ya terminó aquéllo? veinte o más veces en el día.
El cambio me ayudó muchísimo. Es realmente benéfico trabajar con alguien que te deja trabajar con autonomía, que propone tiempos y trabajas a tus horas y en tus espacios. Por supuesto que me volví más productiva y esa misma productividad me generó un sentimiento de satisfacción que me ayudó, junto con las pastillas, a ir recogiendo los pedazos de mí misma que se habían quedado regados por el camino.
En casa veía a mis hijos y me daban ganas de llorar recordando lo mal que había estado desempeñando mi papel de madre. Sólo quería abrazarlos y besarlos y jugar con ellos para recuperar en tiempo que pasé tirada en la cama, o gritando o llorando encerrada en el baño.
Me cambiaron de oficina que también fue bueno. Parte de mi aislamiento social se debió a que ya estaba harta de escuchar tanto chisme, tanta negatividad y tanta estupidez junta.
Había muchas cosas que yo no veía y que de haber ido con algún especialista, seguramente habría definido más pronto y me habría ayudado más rápido. Pero no conté con la información adecuada. La forma en que se fueron resolviendo las cosas fue más bien producto de una circunstancia, que si no se hubiera modificado (o sea, si el chileno no le hubiera pedido matrimonio a mi jefa) yo creo que me habría enganchado a las pastas sin poder resolver nada. Porque lo económico se fue arreglando en la medida en que me sentí dueña de mi vida.
Lo personal llevó más tiempo. El prozac mata la libido. La falta de tiempo para estar juntos Fefé y yo, también estaba matando otras cosas.
Dejé las pastas de la noche a la mañana, cuando recordé cómo era el sexo antes de mi depresión (durante la depresión, Fefé me tocaba y yo quería llorar. Me dolía incluso que me acariciara). Extrañé ser la persona feliz feliz que era con las pastas, pero no di marcha atrás. Me aguanté como las machas pero ya iba por buen camino.
Sólo recaí un par de veces más. La primera me salvó Sábato y La resistencia y la segunda, una semana de pastas y ahora sí, un terapeuta que conocí en un curso sobre el eneagrama.

Estoy muy bien ahora. Escribir en el blog ha sido la mejor terapia.
De vez en cuando, al recordar todo esto, me permito un poquito de autocompasión. Me abrazo, me doy un beso, sigo con mi vida y me digo que esa etapa no la quisiera repetir.
O tal vez sí.
¿Por qué no?
Ahora, con el conocimiento adecuado, me daría el lujo de mandar todo a la chigada: bancos, jefa, compañeras de trabajo.

Ahora, con lo que sé, la depresión me la pela.

Comentarios

Anónimo dijo…
No tienes idea lo que estas letras que aqui escribes me hacen. No te voy a mentir, mi panorama sigue gris tirandole entre azul y negro, pero pues el ver que alguien pudo, sobre todo salir del enganche del medicamento, es una como luz al final del oscuro y cabron tunel por el que se pasa, y aparte el tunel da vueltas y te tira. Da gusto ver historias como esta, ojala algun dia......
Con el tratamiento adecuado es más fácil. Es cuestión de buscar las alternativas. En retrospectiva, fue muy importante pasar por una etapa de autoconocimiento para no volver a caer en la felicidad fácil de las pastas. Sin embargo cuando las dejé ya había un poco de luz. Los antidepresivos ayudan cuando sirven para recuperar lo que eras y poder actuar y modificar lo ambiental. Si es orgánico, pues habrá otros medios. Si sólo funcionan para medio mantenerte, yo creo que habría que buscar otras alternativas.
Buena suerte.
Contricanis dijo…
Te admiro. Así, sin más.
Yo admiro más al fulano que se animó a casarse con mi jefa. Jijiji..soy una mala mujer.
Yo creo que la vida siempre nos da pruebas de resistencia a ver si pasamos o no la prueba. A unos nos toca atravesar puentes sin pastas pero con un dolor indiscurtible. Yo sí soy de las que dicen que se puede... cuando ya ha pasado por esos sinuosos caminos.
Sí hay alguien que nos pone pruebas, eso no lo sé; pero definitivamente everybody hurts.Lo más triste en el caso de la depresión es no siempre saber por qué se está sufriendo.
Anónimo dijo…
La depresion se quita con el ejercicio cardio-bascular (no se si esta bien escrito pero me vale madre ya jubile la ortografia), esto por las mananas, la deprecion es energia retenida y la liberas con el ejercicio, el cerebro da la orden para que se libere la energia, la otra cosa no usen lentes oscuros en la mañana, cuando menos por 30 minutos para que entre el sol por la pupila y el cerebro agarre la onda que ya amanecio, en los paises donde hay mas depre es donde casi no sale el sol, la explicacion se las debo porque es larga,chingados ya volvi a fumar esa madre.

"antes a la depresion le llamaban hueva"

Saludos

Antonio
Sí, algo tiene que ver la luz y la serotonina, en los casos en que la depresión es debida a un desbalance químico no?
Ahora, sobre el ejercicio sé que libera endorfinas o algo así y te hace feliz, cuando estás sano y más o menos estable emocionalmente.
Yo nunca lo probé estando en la depresión. Falta de tiempo, de energía, demasiado dolor y fatiga, o básicamente desinterés. La posición de uno frente al mundo es de ¿Cuál es el punto? por eso es tan difícil salir de ahí. Ahora, llamarla "hueva" me parece muy extremo. Las personas que padecen depresión tienen que seguir con sus vidas, trabajando, manteniéndose o manteniendo una familia, y salir a la calle a hacerlo cuesta muchísimo. Yo estuve ahí y te aseguro que me pueden acusar de muchas cosas, menos de flojera.
Por cierto... dame de lo que fumas pa´s tar igual.
Anónimo dijo…
Me encanta como escribes, por cierto al ignorante de Antonio, deja de fumar chingaderas y dedicate a opinar cosas de las cuales tengas mas informacion y no solo la que sale en google.

De haber sabido que los lentes oscuros eran la causa hubieramos evitado un chingo de suicidios y no mames pinches ingleses se la deben de pasar en el gym.

Somos unos imbeciles me cae..
Pues sí, se requiere de más factores para que una persona se sienta empujada al suicidio. Tenemos un amigo que vive en Berlín y cada invierno despotrica contra los "pinchis vampiros alemanes" y amenaza con regresar. Ya no nos hacemos ilusiones. Sabemos que pasa su crisis de invierno y oscuridad y todo vuelve a la normalidad.

Gracias, Aule. Un abrazo.
Anónimo dijo…
Uuuyy no pensé que mi comentario fuera a molestar a alguien, una disculpa por si alguien se sintió ofendido sobre todo a ti Ministry, me gusta lo que escribes, yo solo dije mi experiencia, tengo 25 años durmiendo 4-6 horas diarias, primero la escuela y el trabajo no me daban tiempo, después el trabajo, casi me volvía loco, si no trabajaba no podía pagar mi estudio, y alguien que supuesta mente sabia de eso me lo comento, al menos cobraba un chingo por la consulta, a mi me funciono.

saludos

Antonio
Don´t worry Antonio. Cada quien tiene su propia experiencia sobre esto. Cada quien ha tenido que batallar a su manera. Y a cada quien le resultan diferentes cosas. Por eso cada tratamiento a nivel de terapia es diferente.
Cuando tenía 17 años sufrí depresión

toqué fondo cuando me convencí de que únicamente servía para donar órganos.

Ya no uso paroxetina desde hace años, pero sigo en terapia, porque lo neurótico nunca se me ha quitado.
Me ha servido de mucho para aceptar lo que siento y para razonar mejor la solución de mis pedos.

Qué bueno que me agarro de joven y no ahora, que atravieso una etapa bien jodida.

Qué buen pedo que lo superaste y pues no veas como masoquismo los recuerdo, es buen pensar en ello de vez en cuando, ayuda a recargar la fuerza obtenida después de ese revés
Pero también está cabrón padecerla a esa edad, con todos los pedos propios.
Qué bueno que nomás te quedó lo neurótico. Ja! Un saludo.
arboltsef dijo…
Creo que es la primera vez que te leo tan personal.

Me gustó. Te conozco un poco más ahora.

Hasta puedo decir-. La señorita Ministry me habló por teléfono por error un día.

Besos.
:)
No fue tan difícil como pensé que sería.
Y ya arreglé lo de las llamadas de mi celular. Ji.

Entradas populares