El cabrón

No faltan. Nunca faltan.
Un grupo no estará jamás completo sin el cabrón.
Los que trabajamos en la instrucción, la capacitación o la docencia, lo sabemos. Y hay que aprender a tratarlos. Uno de mis técnicas es demostrar que yo soy bien decente y linda, pero también puedo ser bien cabrona.
Esta semana he estado impartiendo un curso de ortografía dirigido a profesionistas. Todos están bien burros, excepto, ¿ya saben quién? ¡Claro! El cabrón. Porque entre las características del cabrón del grupo, además de ser líder, carismático, no mal parecido, es ser inteligente. Entonces no sólo tienes que lidiar con la ignorancia de los burros, sino además con los comentarios del cabrón.
El curso, como sólo contrataron unas cuantas horas, tiene que ser impartido a madre. Además ni el tiempo, ni el área de enseñanza, ni la distribución, ni el número de participantes, ayudan mucho a que sea una instrucción dinámica. Yo puse todos esos "peros", sin embargo, así quisieron que se impartiera, como cátedra de universidad gringa. Así, ante chorromil monos y entendió quien entendió.
Ayer que salimos del curso, escuché al cabrón del grupo decir a sus compañeros "¿Ya les dijeron que la semana que entra nos van a dar clases de Ciencias Naturales?". Y yo dije, "de aquí eres, mi reina, demuéstrale con quien se está metiendo, demuéstrale la clase de cabrona que puedes ser" y le respondí: "No. Te informaron mal. La semana que entra siguen clases de Historia." Le sonreí, me di media vuelta y me fui. Así, bien bien cabroncísima.

Nómbre..... si cuando quiero puedo ser bien mala y cabrona.

Beware.

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