A mí me gusta mucho presumir los regalos que me hacen, sobre todo ahora que Fefé se ha vuelto muy obsequioso. Durante ocho años no me regaló nada el día de la madre, pues porque no soy su mamá ¿verdá? Bendito Dios que mis hijos estuvieron siempre en guardería, luego el jardín y después la primaria, así que ese día podía yo lucir mi collar de sopa de coditos o mi portarretrato de spaguettis. Imagino que las maestras tienen un acuerdo muy lucrativo con La Moderna que les permite seguir agasajando a todas las mamás del país.

Pero este año Fefé se lució, sobre todo en originalidad.
Llegó el sábado en la madrugada con un enorme ramo de margaritas. Más tarde, tres libros a los que les traía ganas. Y para finalizar, una consulta de urgencia, un electrocardiograma y una radiografía de tórax.
No lo podrán acusar de falta de ideas.
Y yo... ya sigo mucho mejor de la pleura.

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