Soy la peste de cualquier alma contemplativa.
Tal vez sea un TDH no diagnosticado en mi infancia. Después de todo fui atendida de niña a causa de mi sordera selectiva.
El caso es que cuando alguien me dice “Mira la luna” u “Observa el atardecer” o una de esas frases emocionadas que sólo pueden exclamar los espíritus delicados y sensibles, yo puedo retener la atención en la luna, el atardecer, la nube o el arbolito feliz, por espacio de aproximadamente 0.06 segundos. Es un tiempo promedio, debo aclarar. Por ejemplo, ha habido nubes que he podido contemplar por espacio de 1 segundo completo.
Que no se me tome a mal. Amo la naturaleza. Soy observadora. Y si de mí dependiera, andaría como perrito french poodle, asomada por la ventanilla del auto todo el día.
Mi problema consiste en que no soy una observadora cualquiera. Digamos que soy una “contempladora activa” o, como dicen otros especialistas “contemplativa actuadora” (allá ellos). Ser una contempladora activa implica que uno disfrute del paisaje siempre y cuando nuestro cuerpo se esté moviendo a una velocidad por encima de los 70 kilómetros por hora. Entonces sí, puedo ver lunas, atardeceres, nubecitas y arbolitos contentos, el tiempo que mi imaginación lo desee.
La verdad no recomiendo este estado de contemplación y nirvana, a menos que no sea usted el conductor del vehículo que se está moviendo a más de 70 km/hr. Lo probé de camino a Creel, contempladora-activa-conductora, y casi me parto la madre por estar viendo un par de caballos jugueteando amorosamente en el campo.
Pero si tienes un problema de déficit de atención y tienes chofer, no lo dudes. Encuentra tu mantra, alcanza el nirvana, únete a la hermandad universal y saca la lengua mientras el aire que entra por la ventanilla, vuela tus cabellos.
Posted by Hello

Comentarios

Celestissima dijo…
Yo odio la naturaleza, que bueno que la mama de bambi se murio, si no yo la hubiera atropellado. muuajajajaja

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