No ha sido una buena racha. Menos, en mi salud.
Puedo recordar perfectamente bien cómo inició.
Un martes de noviembre, me comenzó a doler el pie. Anduve dos días cojeando (y lo otro también). Resultó un esguince de hace tres años que no sanó completamente. Dos días después de eso, apenas recuperándome con pomaditas y pastillas... el choque. Dos días en el hospital y un mes con incapacidad. A finales de año, justo para celebrar año nuevo, traía yo un resfriado culerísimo (yo no diría esa palabra pero hace rato hablé con una amiga y me pareció que encontró la definición perfecta). Pero se me quitó y me dejó de recuerdo esas tosecitas chingaquedito. Y como era tosecita y no una señora tos, pues yo me anduve con remeditos (remedios chiquitos): Broncolín, té de esto, té del otro, embarrones de vick... La tos evolucionó, la muy cabrona. De repente me agarraban unos accesos que me hacían recordar a la dama de las Camelias (y a la Shele que tiene una imitación perfecta. Algo así como el equivalente europeo al "¡Toriiiiitooooo!" mexicano). Sigamos con la tos. Fue horroroso, no me dejaban dormir, tenía ganas de vomitar y no vomitaba ni madre, así que compré jarabe de Vick, por aquéllo de que nunca sé si la pinche tos es seca o húmeda; compré Tesalón, readquirí a mi viejo para que me cuidara, seguí con los tés, el broncolín, la miel con ajo y cebolla... Si alguien se acercaba a mí, pensaba que no estaba muy lejos el negocio de Arámbula. Así olía.
Pero el jueves, me fui al cine.
Al salir, el frío estaba bien ojete. Me agarró la tos y esta vez (efecto de la comida china o de la mala película, no lo sé) sí vomité. Y me sentí mágicamente mejor. No hay enfermedad que no sane con una buena vomitada (o un buen pedo, según Laura Esquivel).
El viernes me sentía bien, el sábado también. El domingo salimos camino a casa de mi suegra y yo traía un dolorcito en el pecho, que yo atribuía al haber estado tosiendo esa mañana. Digo dolorcito, porque como muchos sabrán, mi pecho no es exactamente excepcional. Así que esa clase de dolores se me dan en chiquito. No me preocupé mucho hasta las 6 de la tarde que cada que respiraba, tosía y/o/ea/ea hablaba me dolían pecho y espalda. Nos fuimos de boleto a la Cruz y ahí me diagnosticaron bronquitis. No es gran cosa, no se puede tener una gran bronquitis en un cuerpo como el mío. No cabe. Pero sí es latosa la desgraciada.
Hoy falté al trabajo, todavía me duele muchísimo. Y mi madre me acaba de hablar para informarme que Ana Gabriela Guevara acaba de salir del hospital porque fue atacada por una bacteria extraña que le ocasionó graves problemas y estuvo conectada a oxígeno y la chingada. Ahí ya me preocupé. Como quiera que me la pongan, yo tengo más pecho que ella... y si ella enfermó así, ¿qué me puedo esperar yo?
Gracias, Flaka, por la foto. Extraño mi cabello corto.
Puedo recordar perfectamente bien cómo inició.
Un martes de noviembre, me comenzó a doler el pie. Anduve dos días cojeando (y lo otro también). Resultó un esguince de hace tres años que no sanó completamente. Dos días después de eso, apenas recuperándome con pomaditas y pastillas... el choque. Dos días en el hospital y un mes con incapacidad. A finales de año, justo para celebrar año nuevo, traía yo un resfriado culerísimo (yo no diría esa palabra pero hace rato hablé con una amiga y me pareció que encontró la definición perfecta). Pero se me quitó y me dejó de recuerdo esas tosecitas chingaquedito. Y como era tosecita y no una señora tos, pues yo me anduve con remeditos (remedios chiquitos): Broncolín, té de esto, té del otro, embarrones de vick... La tos evolucionó, la muy cabrona. De repente me agarraban unos accesos que me hacían recordar a la dama de las Camelias (y a la Shele que tiene una imitación perfecta. Algo así como el equivalente europeo al "¡Toriiiiitooooo!" mexicano). Sigamos con la tos. Fue horroroso, no me dejaban dormir, tenía ganas de vomitar y no vomitaba ni madre, así que compré jarabe de Vick, por aquéllo de que nunca sé si la pinche tos es seca o húmeda; compré Tesalón, readquirí a mi viejo para que me cuidara, seguí con los tés, el broncolín, la miel con ajo y cebolla... Si alguien se acercaba a mí, pensaba que no estaba muy lejos el negocio de Arámbula. Así olía.
Pero el jueves, me fui al cine.
Al salir, el frío estaba bien ojete. Me agarró la tos y esta vez (efecto de la comida china o de la mala película, no lo sé) sí vomité. Y me sentí mágicamente mejor. No hay enfermedad que no sane con una buena vomitada (o un buen pedo, según Laura Esquivel).
El viernes me sentía bien, el sábado también. El domingo salimos camino a casa de mi suegra y yo traía un dolorcito en el pecho, que yo atribuía al haber estado tosiendo esa mañana. Digo dolorcito, porque como muchos sabrán, mi pecho no es exactamente excepcional. Así que esa clase de dolores se me dan en chiquito. No me preocupé mucho hasta las 6 de la tarde que cada que respiraba, tosía y/o/ea/ea hablaba me dolían pecho y espalda. Nos fuimos de boleto a la Cruz y ahí me diagnosticaron bronquitis. No es gran cosa, no se puede tener una gran bronquitis en un cuerpo como el mío. No cabe. Pero sí es latosa la desgraciada.
Hoy falté al trabajo, todavía me duele muchísimo. Y mi madre me acaba de hablar para informarme que Ana Gabriela Guevara acaba de salir del hospital porque fue atacada por una bacteria extraña que le ocasionó graves problemas y estuvo conectada a oxígeno y la chingada. Ahí ya me preocupé. Como quiera que me la pongan, yo tengo más pecho que ella... y si ella enfermó así, ¿qué me puedo esperar yo?
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Gracias, Flaka, por la foto. Extraño mi cabello corto.
Comentarios
Voy de mal en peor.
Saludos desde la muy higienizada y sanitaria estancia. Me siento la chica burbuja.