“La lluvia nunca vuelve hacia arriba” dice Pedrito Guerra. Y no estoy muy segura si dicha frase puede aplicarse a las nubes.
Esta mañana las nubes caían como flamas. O eso creí yo.
Al mirar detenidamente me di cuenta que lo que sucedía era lo contrario. Las nubes se retraían.
Qué espectáculo.
Estuvo a punto de costarme un accidente automovilístico, o dos o tres.
Soy pésima conductora, lo admito. Prefiero subirme a un auto en calidad de “pasajera contemplativa”.
Tal vez el problema no soy yo, ni que me ande asomando por la ventana en las curvas o perder el sentido de la distancia. Tal vez el problema es que la invención del automóvil no estaba en el plan divino. Si lo pienso más, puede convencerme esa postura. El paisaje y la velocidad son dos inventos celestiales que se contraponen.
¿Habría sido tan malo vivir hace 150 años, viajar en carreta, o en carruaje?
Seguramente habría sido tan mala conductora como lo soy ahora.
Pero al menos tendría tiempo de averiguar si la lluvia alguna vez vuelve hacia arriba.
p.d. Foto cortesía de Fefé.
Esta mañana las nubes caían como flamas. O eso creí yo.
Al mirar detenidamente me di cuenta que lo que sucedía era lo contrario. Las nubes se retraían.
Qué espectáculo.
Estuvo a punto de costarme un accidente automovilístico, o dos o tres.
Soy pésima conductora, lo admito. Prefiero subirme a un auto en calidad de “pasajera contemplativa”.
Tal vez el problema no soy yo, ni que me ande asomando por la ventana en las curvas o perder el sentido de la distancia. Tal vez el problema es que la invención del automóvil no estaba en el plan divino. Si lo pienso más, puede convencerme esa postura. El paisaje y la velocidad son dos inventos celestiales que se contraponen.
¿Habría sido tan malo vivir hace 150 años, viajar en carreta, o en carruaje?
Seguramente habría sido tan mala conductora como lo soy ahora.
Pero al menos tendría tiempo de averiguar si la lluvia alguna vez vuelve hacia arriba.
p.d. Foto cortesía de Fefé.
Comentarios