Propiedad privada
Después de nueve años, volví a meterme en una alberca a nadar.
No recordaba lo bien que se siente.
Como sentir de nuevo que mi cuerpo es mío. Como de niña, cuando corría hasta estar exhausta, sintiendo cada latido y cada músculo dolorido, pero mío.
Qué bien hace reapropiarse el cuerpo, este cuerpo que no es de mi pareja, ni de mis hijos; qué bien sentir que mi cuerpo es mío.
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