Plan be
Las cosas en mi trabajo están curiosas.
Uso la palabra “curiosas” en su acepción menos conocida que significa “De la rechingadísima, todos nos vamos a ir al cabrón”.
A mí me encanta este trabajo. Caí en blandito al cambiar de empresa. Francamente no tengo muchas ganas de dejarlo. Sin embargo, hoy pensaba en qué haría si eso sucediera y así hizo su aparición el plan Be chica, el cual resumo a continuación.
Si me liquidan:
1. Pagaría la tarjeta que planeaba liquidar en noviembre.
2. Pediría en el banco la aplicación del seguro de desempleo por lo del pago de mi casa.
3. Cursaría con tranquilidad el último infame semestre de mi maestría.
4. Aplicaría para el puesto de asesora de programas educativos en la escuelita donde estudio.
5. Me inscribiría en un taller de diseño de e-learnings.
6. Le ayudaría a mi madre con las necesidades de mi papá.
7. Disfrutaría de la casa nueva a la que aun no me mudo.
8. Y ya en enero me lanzaría con muchas ganas a la búsqueda laboral, eso si lo del curso de diseño o lo de asesora no rindiera muchos frutos todavía.
Se ve bonito el panorama alterno.
Pero no. No se me antoja irme de aquí.
No es sólo el hecho de que la actividad que realizo me gusta y que el pago correspondiente también. Tampoco que tengo un buen jefe y más que excelentes compañeros de trabajo.
La verdad es que soy presa fácil de Doña Procrastinación y por más agradable que suene el plan Be chica, mi inquietísima mente (así me gusta decirle y no pichi desmadrito) no puede con tanta libertad.
NI modo.
Al que nace pa´ Godínez, del cielo le caen las tandas (y las deudas con Avon).
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