Medallas

La primera vez que Harry participó en una carrera debía correr una distancia de 2.5 km. Pero por no fijarse en los señalamientos, inició involuntariamente el recorrido de 5 km.

Cuando perdió de vista a los participantes se le ocurrió preguntarle a una corredora cuánto faltaba para la meta. Ella le explicó que otros dos km. Como Harry ya se sentía muy cansado, ella comenzó a motivarlo e impulsarlo para que terminara el circuito. En un par de ocasiones más, Harry bajó la velocidad pero ella no lo dejó detenerse. Ella llegó en  segundo lugar de su  categoría por esperarlo. Harry llegó en sexto en la suya. Todo esto me lo contó él de regreso a casa en un tono de verdadero agradecimiento.

En la segunda competencia la volvió a ver pero no tuvo ocasión de saludarla.

El domingo fue la tercera y se reencontraron con gran gusto. Sé que ella es efusiva, pero Harry no y verlo emocionado porque ella llegó en tercer lugar me dio mucho gusto. Y que fuera capaz de expresarlo, más.

Me cuentan por aquí que esta mujer –esposa de un compañero- ha tenido una vida difícil. Que incluso en algún momento intentó quitarse la vida cortándose las venas.

Yo no sé si los sentidos se afinan tras una experiencia así o si son los sentidos de Harry los que están muy abiertos, el caso es que las palabras de esa mujer en un momento muy preciso permitieron a Harry dar un paso más en su recuperación. Exceder sus expectativas fue un logro. Fue muy difícil en ese momento pero lo superó.

Harry cada día mejora. El viernes fue a una fiesta, el sábado me enseñó un ensayo que escribió cuya conclusión fue optimista y el domingo regresó a casa con un nuevo récord personal de la competencia.

Yo también tuve un nuevo récord: Ya no fui la última ni me ganaron las señoras con carreolas.

Y ya no me importa levantarme temprano los domingos para las carreras.

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