Durante la semana recibí una carta de Amalthy. Y me aguanté las ganas de leerla durante cuatro días.
¿Por qué?
Los rituales. 
La única forma que concibo para leer una carta es estando cómoda y con una taza de café al lado.
Tenía café pero la incomodidad ha sido una constante de noviembre a la fecha, por aquello de los arreglos domésticos y la remodelación.
Este sábado se fueron los albañiles. Eso no significa que no queden pendientes. Quedan hartos pendientes, pero al menos viendo la casa ya no piensas que estamos en tiempos de guerra.
Por eso pude leer mi carta ayer, después de pasar el día limpiando, arreglando y ordenando.

Valió la pena la espera. Miren qué chida foto (la familia de Amalthy y las crónicas que ella hace, siempre me sorprenden) más los regalitos DIY que siempre me hace llegar, como ese minicuadernito y el separador en forma de taza. Me encantó, Amalthy, muchas gracias.



También ha valido la pena la otra espera, la de la remodelada.
Los únicos miserables en casa son los gatos que ahora que cambiamos las ventanas, no tienen por dónde salir a la calle y deben esperarnos para poder irse de paseo.
Tenemos pendientes enchufes, apagadores, rejillas de ductos, pintura, cerámica de cocina, adquirir otro librero (salen libros y libros y libros) y otro escritorio (ya no puedo seguir usando mi mesita de cama como oficina) y cositas así. Pero lo caro ya está listo.
Urge Open House.

:)

Comentarios

Amalthea dijo…
Ay que alivio!! Pensé que no llegaba!! Y con lo gorda que era me dije: Seguro un pobre cartero ignorado la quiso leer pensando que alguien lo quiere más a él que al destinatario.
Te voy a mandra una cosa padre para un enchufe, porque no creo llegar al open house :(
Besos muchos.
Y llegó! Ya pronto haré llegar la tuya. :)

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