Ecos de San Valentín
Hace una semana Harry compró un perro de peluche y una paleta de chocolate para una niña de su salón. El peluche lo guardó en su cuarto y la paleta en el congelador. Un amigo lo felicitó por su astucia.
- Para que no se derrita ¿verdad?
- No, para que no lo encuentre mi mamá.
- Para que no se derrita ¿verdad?
- No, para que no lo encuentre mi mamá.
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William está en el equipo de futbol de la escuela, en el club de ajedrez, edita el periódico escolar, lleva muy buenas calificaciones, lee mucho más que yo y acaba de ganar un concurso de creación literaria. Le gusta jugar con su Wii, andar en bicicleta, hacer trucos con la patineta y está aprendiendo a hacer trucos con el trompo, muchos de los cuales le salen ya muy bien. Toca algunas cancioncitas en el piano y ahora hasta en la flauta. Dibuja historietas porque se le da muy bien dibujar y en vacaciones graba con su videocámara películas de acción y aventuras. Pero todo esto lo hace para sí mismo y no en un afán de competencia. Le encanta aprender y probar cosas nuevas. Es simpático, buen niño, se preocupa por los demás, es colaborativo, ordenado y limpio, cualidad que suele estar siempre peleada con tener 10 años de edad, no así en su caso. Es guapísimo, tiene unos ojazos oscuros y una piel morena que provocan envidia (una prima le decía cuando estaba más pequeño: "¿Qué hago para tener ojos como los tuyos?" él contestaba "Lávatelos"). La estructura de su cuerpo denota desde ahora que será atlético y fornido. Su trato es gentil y caballeroso.
Pese a todo esto llegando estas fechas se deprime.
Unos días antes compra una tarjeta o un regalo para la valentina en cuestión pero no lo entrega. Sufre mucho por lo que puedan pensar los demás y lo que podamos decirle su papá y yo al respecto ya le es insuficiente. Cree que lo que le decimos lo hacemos porque somos sus papás y no se da cuenta de qué clase de estuche de monerías es.
¿Se dará cuenta algún día, lo suficientemente pronto para no sufrir en su adolescencia?
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Harry entregó su regalo de San Valentín y sus compañeritos le dijeron que qué atrevido era al darle un regalo a una niña frente a todos. La niña agradeció el regalo y lo invitó a su casa a jugar nintendo. Y yo que ya le había prometido a la mamá de la agraciada que las intenciones de Harry eran completamente desinteresadas y entre él y su hija sólo existía una amistad pura y transparente.
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La maestra de William me habló ayer de la escuela para que fuera a recogerlo temprano pues seguramente le había caído mal la comida del festejo de San Valentín.
Corrí por él rezando para que mis gelatinas no le hubieran hecho daño a los niños, y al esperar a William en la recepción me encontré con la mamá de otro niño que también se había sentido mal, compañero de salón de mi niño.
Cuando fui a recoger a Harry más tarde, le vi el rostro que traía entre pálido y verdoso pero con una gran sonrisa.
- ¡Vomité tres veces! ¡La mitad del salón estaba vomitando! ¡Mamá, era el paraíso del vómito!
Luego me enteré que del salón de William, sólo un niño no había devuelto el estómago. Y que en tercer grado había pasado lo mismo (fiuuuú, no fueron las gelatinas). O sea, que básicamente la mitad de la escuela se entregó a una orgía de comidas, postres y bebidas y terminó vomitando en el baño (bring the feather, decían los emperadores romanos). Bueno, no nomás en el baño porque según Harry casi resbala en las escaleras con un charco de color rosado. Y los baños estuvieron constantemente ocupados mientras afuera niños y niñas descargaban su estómago en los botes de basura o en lo que estuviera más cercano.
William lamentó no haberse quedado en la escuela para ser testigo de la mayor crisis de vómitos en la historia.
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Ayer participé como invitada especial en un programa de radio para hablar del amorsss y de la perspectiva humanista de las relaciones.
Me gustan los micrófonos.
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Mi lap acaba de cumplir un año. Habrá que hacerle unas actualizaciones para festejar.
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Fefé se sigue superando.
El año pasado fue la lap. Ahora boletos para Coachella.
Yo le regalé una galleta Sponch. Una. Más de una deja de ser amor para expresar una obsesión.
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Feliz día del amorssss y la amistad. Se les quiere a todos.
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Edición propuesta por la Shelle:
El sábado en lugar de ir a la fiesta erótica del Momo, nos fuimos a la Granja de los Corazones Pinchi Solos (así se llamaba, ¿verdad?). Hubo fogata ahumadora, cheves bien frías, botanas varias y buenos amigos. Fefé y yo nos tomamos una botella de La Linda y como que nos pegó el vinito. Terminamos la noche en las hamburguesas del Papillon (en la ciudad tenemos puestos con nombres tan literarios como ése, o el Quo Vadis, o Macondo) y cotorreando un ratín en el departamento de un amigo. Fefé aprendió un par de cosas muy muy importantes y útiles para el viaje a Coachella: Shelle y yo necesitamos comer. Nos tiene que mantener bien alimentadas durante el viaje o si no nos ponemos bien bitches. Y eso a mí no se me da, no. Pero puede suceder.
Comentarios
Gracias por compartir siempre tus letras, pero no se porque en especial las del dia de hoy me impregnan de una sensacion de bienestar, a ver si un dia de estos vuelven a mi las letras.
P.D. A mi tambien me gustan los microfonos, a ver que dia me dan chanza de un palomazo jejeje.
Sí, Flaka, se me olvidaba que también cocina muy bien. Entre muchas otras cosas que le salen muy bien además.
TU hijo William, tomando en cuenta sus características físicas una de dos, o se va a volver supervanidosísimo o se va a dar cuenta que sí la arma con las chavas.
Harry y William son unos chingones, cuando sea grande quiero ser como ellos!! Y tú también por tenerlos!
Saludos!
Híjole, me caería tan bien que William se volviera ligeramente vanidoso. Pero para allá vamos. Anoche consiguió que le compraran tenis Vans y en la calle hay unas niñas de secundaria con las que juega con la patineta y ellas usan sus vans negros con rosas, así que parece que va a ganar puntos con ellas.