Yo pensaba que todas las mamáes (o mamases) éramos iguales.
Ora resulta que no, que yo soy una mamá "insistente" en contraposición a la forma de ser de las otras mamaes (o mamases) que son "liberales" y "democráticas". O sea que lo de insistente fue nomás para no decirme dictadora.
Y es que en eso de ser mamá yo comencé casi al mismo tiempo que ser maestra.

De alguna manera, como maestra, tienes que insistir, estar insistiendo si quieres que los engendros aprendan. También insistir cuando sabes que en esa criatura de cabellos lacios y ropa oscura, hay algo más que la negatividad que otros maestros suponen, hay decepción porque hemos fallado, todo el sistema les ha fallado, pero también hay resiliencia y seguramente una gran inteligencia.
Recuerdo algunos casos de resistencia pacífica. Por ejemplo, Arturo, agarrado con manos y pies del marco de la puerta: "¡Nooooooooooooooo! ¡Yo no quiero participar en el Fooooooooroooooooo!", resistencia que no sirvió de nada porque de todos modos me lo llevé y regresó feliz, satisfecho y dispuesto a participar el siguiente año porque había sido una experiencia maravillosa y había conocido muchas niñas lindas y hasta sus teléfonos había conseguido.
Otro caso fue El Gato. Pasó de ser "El Gato", el niño callado con quien todos hacían lo que se les daba la gana, a Su Majestad el Gato (para no confundir con la realeza del otro salón que ya tenía a José, Su Alteza Serenísima -y así firmaba los exámenes-) después de que lo arrastré a un concurso de ortografía en donde obtuvo un segundo lugar.

A mí me hubiera gustado tener maestros insistentes.
Qué insistentes... yo no necesitaba tanto, una señal cualquiera y yo no me habría hecho del rogar, me habría lanzado de inmediato si hubiera sabido que había alguien que intuía que yo tenía alguna habilidad, me habría lanzado con tal de ver para qué chingados era yo buena.

"Si no quiere participar, yo no la obligo, es su decisión." Decía una de las mamáses de ayer.
Estoy más que de acuerdo en que los niños deben ir tomando decisiones cada vez más importantes a medida que crecen y por supuesto, no siempre serán las decisiones que yo crea correctas. Y por esa misma razón, soy insistente.
Si creo que una opción que se les presenta los va a ayudar a crecer, a madurar, a desarrollar aspectos de su personalidad, a desarrollar habilidades, a descubrir gusto y aficiones, a encontrar en sí mismos una mayor satisfacción personal y a generar una mejor autoestima, pues lo siento pero insistiré hasta donde sea posible.
Debo admitir que no siempre mi insistencia funciona pues los hijos han desarrollado argumentos. Y me da gusto que así sea.

Harry y William participan mañana en un concurso de lectura y escritura. Para llegar hasta la primera etapa han tenido que leer mucho y escribir también. La primera parte fue fácil. Les gusta tanto ir a comprar libros y leerlos como ir al cine. La segunda requirió más trabajo, borradores, correcciones pero también salió. La tercera es una exposición frente a jueces y público.
Harry estuvo ensayando ayer su presentación y le sale muy bien. Sabe improvisar, utilizar un lenguaje adecuado y mover su cuerpo con naturalidad.
William me dijo que ya no quería participar porque le provocaba nervios hablar frente a la gente. Tuve que recordarle de aquella participación en un concierto en el cual no quería salir y al final le aplaudieron mucho, recordarle también cómo sacó del apuro a la maestra para que alguien dirigiera un saludo a la bandera y cómo fue un hitazo como Ebenezer Scrooge en la obra de navidad. Y también le dije que el mismo día que él tiene el concurso, yo tengo que exponer en mi clase de Literatura y también tengo nervios.
Fue suficiente. No tuve que insistir tanto, pero seguramente de no haber tenido las experiencias anteriores, no se habría decidido a participar en ésta.
No es mi objetivo que ganen premios o se luzcan, mi objetivo es que ganen seguridad y pierdan esos miedos que al menos a mí me afectaron durísimo mientras crecía y que fue tan difícil vencer ya que fui una adulta.

La verdad espero que mi estrategia no me falle.

Comentarios

Contricanis dijo…
Otro nombre para madre "liberal": huevona.
sanbond dijo…
No, no creo que sea una madre dictadora, al contrario así estás dedicándole el tiempo que necesitan tus hijos para crecer, ya que estan en la edad más importante, ya verás cuando sean grandes que vale la pena...
Yo diría madre preocupada y ocupada. Si esos niños logran ser unos chavos seguros de sí mismos, que se abran paso por la vida sin trasgredir a los demás, mi confianza en la humanidad no habrá sido defraudada
Pelos Briseno dijo…
Tu siguele... insisteles, chingalos... ese es tu jale.

Eso de "yo los dejo que escojan", es puro pretexto para no tomar la responsabilidad, y no hacer su trabajo...

Ya mas adelante vendra la epoca cuando ellos mismos te exigiran que los dejes tomar sus decisiones.
Celestissima dijo…
Viene a mi mente un recuerdo en el cual Miss Emma te dijo " No bailas mal" y tu saliste corriendo. Tan bonita que te hubiera salido la pavana.
Todos: Espero que no nos estemos equivocando y que ésta sea la forma y que además mis hijos quieran cuidarme cuando yo sea una anciana y no me echen en cara las horas de terapia para recuperarse de su madre dictadora y castradora.

Shelle: Ya ves? Ya ves? Y la culpa de eso la tiene el profesor de danza folclórica de cuarto grado que me gritó y me hizo llorar porque no iba yo a poder salir en un bailable a causa de una de las múltiples intervenciones quirúrgicas que le hicieron a mi hermana (osease, no iba a poder yo comprar el ajuar del Huateque)Algún día contaré esta historia. Y además ese profe nunca me dijo que bailaba bien.

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