El post más difícil de escribir...
...porque Lucky no me deja.
Hay días en que uno no debe hacer absolutamente nada. Y otros en los que se debe encontrar obligadamente algo qué hacer. Conocer la dierencia significa un gran ahorro de ánimo y energía.
El martes terminé algunos deberes a las tres de la tarde. Me sentí feliz y satisfecha. Durante una hora. A partir de las cuatro comencé a considerar la búsqueda de un trabajo de tiempo completo. Tan mal me puse. Pero todo se compuso después de una cajita de fresas con crema y dos bolas de nieve de gansito. Y unas llamadas telefónicas recordándome algunas citas del día siguiente.
Ayer fui a una conferencia, luego a desayunar-comer con unas brujas maravillosas. Llegué a casa justo para recibir a los hijos. Los puse a hacer tarea y mientras tanto escribí un artículo sobre el concierto de Serrat para la revista, diseñé una presentación que necesitaba, trascribí un cuento que tenía en borrador, preparé un cuestionario para una entrevista e hice mi declaración de impuestos mensual. Terminé agotada pensando en aquella frase de Cuidado con lo que deseas.
Pero hoy... hoy... El día amaneció nublado. Llovizna. Hoy es la clase de días en los que, cuando estás en el trabajo, sólo piensas que debías haber avisado que amaneciste enfermo para quedarte en casa, envuelto en cobijas, tomándote un café y viendo películas.
Hoy es ese día. No tengo un trabajo de tiempo completo. Estoy en pijama. Me puse mis calcetas moradas de invierno. Tengo a Lucky en mi regazo. El café salió delicioso. Veo una película con Ed Harris, Paul Newman, Aidan Quinn y Phillip Seymour Hoffman. Y tengo hambre.
Apenas son las 9 de la mañana y tengo tanto no-quehacer por delante.
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