Vejez y Viruela
Además de las bolsas de botanas y bebidas espirituosas con las que generalmente uno llega a una reunión, un compa llegó con una bolsa que contenía el nuevo álbum de la Eurocopa y además, 50 sobres con estampitas.
Mientras las viejas preparábamos nuestras bebidas, el compa abría cuidadosamente los sobres, buscaba el número correspondiente en el álbum y despegaba cuidadosamente el papel del adhesivo en las estampas. Me divertí un rato complicándole la existencia, haciéndole creer que estaba pegando las estampas en los lugares equivocados, pero después de la burla inicial, tuve que preguntar.
- ¿Qué pedo contigo, güey?
- ¿De qué o qué?
- Pues con el álbum, o sea...
- Ya va a empezar la Eurocopa y quiero estar preparado. Además a mi vieja le gustan los de la selección sueca. - Así es - agregó la mujer- yo lo dejo nomás que me deje ver a los suecos.
- Mmm...
- Además, cuando era niño nunca pude terminar un solo álbum porque no tenía dinero. Pero ahora puedo ir al Oxxo y decir "Déme quinientos pesos de estampitas."
- ¡Pero les vas a dar en la madre a los sueños de todos los niñitos que quieren terminar su álbum!
- Me vale. Yo para eso trabajo.
Y siguió pegando las estampitas mientras mi burla inicial se convertía en una extraña admiración.
Tal vez no estaría del todo mal darse esos gustos de vez en cuando. Un atacón de dulces, la bicicleta con canasta, un videojuego... el chiste es acordarse qué es lo que queríamos de niños.
Yo lo comienzo a recordar.
Correría a una papelería a comprar los cuadernos más grandes, las cajas con 64 crayolas y lápices de todos los colores.
No sabría qué escribir en ellos, pero podría ser que con el paso del tiempo empezara a recordar cómo se dibuja un cuento y cómo se escriben las historias.
Mientras las viejas preparábamos nuestras bebidas, el compa abría cuidadosamente los sobres, buscaba el número correspondiente en el álbum y despegaba cuidadosamente el papel del adhesivo en las estampas. Me divertí un rato complicándole la existencia, haciéndole creer que estaba pegando las estampas en los lugares equivocados, pero después de la burla inicial, tuve que preguntar.
- ¿Qué pedo contigo, güey?
- ¿De qué o qué?
- Pues con el álbum, o sea...
- Ya va a empezar la Eurocopa y quiero estar preparado. Además a mi vieja le gustan los de la selección sueca. - Así es - agregó la mujer- yo lo dejo nomás que me deje ver a los suecos.
- Mmm...
- Además, cuando era niño nunca pude terminar un solo álbum porque no tenía dinero. Pero ahora puedo ir al Oxxo y decir "Déme quinientos pesos de estampitas."
- ¡Pero les vas a dar en la madre a los sueños de todos los niñitos que quieren terminar su álbum!
- Me vale. Yo para eso trabajo.
Y siguió pegando las estampitas mientras mi burla inicial se convertía en una extraña admiración.
Tal vez no estaría del todo mal darse esos gustos de vez en cuando. Un atacón de dulces, la bicicleta con canasta, un videojuego... el chiste es acordarse qué es lo que queríamos de niños.
Yo lo comienzo a recordar.
Correría a una papelería a comprar los cuadernos más grandes, las cajas con 64 crayolas y lápices de todos los colores.
No sabría qué escribir en ellos, pero podría ser que con el paso del tiempo empezara a recordar cómo se dibuja un cuento y cómo se escriben las historias.
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