Tengo el chile bien rico.
Me dijo un hombre asomado a mi vehículo en un crucero.

Yo me quedé pensando: Será acoso o coqueteo?
Y entre que contabilizaba si me correspondía un punto o dos, le respondí amablemente (uno nunca debe perder las buenas maneras): Su esposa debe ser muy feliz.

Y arranqué con el semáforo en verde, dejando atrás al audaz vendedor de chilacas.

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