Me siento humillada, indignada, ultrajada, vejada... en fin, chamaqueada.
Resulta que el día de ayer en el Fracc. Provincias de Santa Clara se presentaría el cuarteto de cuerdas de la Orquesta Sinfónica para promocionar la venta de las casas.
Yo me preparé para ir con todo e hijos, y juntos agarramos camino hacia las inaccesibles e inexploradas regiones de los Nuevos Fraccionamientos del Norte.
Casi al llegar fuimos recibidos por un grupo de vendedores que se acercaron a nuestro vehículo y a quienes preguntamos dónde sería el concierto. El buen hombre nos dijo que un poco más adelante, pero que antes estaban invitando a las personas a conocer las casas.
"Ni pedo" pensé yo "es el bisnes, uno viene a escuchar el concierto pero hay que pagar visitando la casa muestra". Así que nos bajamos a conocer las casas, las áreas verdes, el pavimentado, eccétera.
Como no vi muestras de que indicaran que el concierto iba a comenzar, seguí al amable vendedor hasta las oficinas donde estuve leyendo presupuestos, cálculos, ofertas, comparativos económicos... y el tiempo seguía pasando.
Vi tabuladores, índices, intereses hasta que a William se le ocurrió preguntar:
- Oiga, y el concierto ¿a qué horas comienza?
- ¿El concierto? No, ése lo organizaron los vecinos del otro fraccionamiento.
Me quedé patinando un momento y pregunté:
- ¿Qué fraccionamiento es éste?
- Villa San Lorenzo.
Así que interpelé al fulano aquél: O sea que nos trajeron aquí con mentiras. Fingieron ser algo que no son. ¡Se aprovecharon del público de un evento que ustedes no organizaron, para atraer clientes! ¡Esto es vergonzoso!
Salí, azotando la puerta no sin antes gritarle al fulano que al cabo que ni era cierto que yo ganaba quince mil pesos mensuales y que además ninguna institución que se respetara me daría un crédito. ¡Quédense con sus pinches casas que de francesas no tienen nada.
Nos fuimos de inmediato al otro fraccionamiento sólo para darnos cuenta de que el concierto había terminado, así que regresé a Villas San Lorenzo con una lata de pintura de aerosol que llevo siempre en el carro y les dejé unas cuantas pintas obscenas en sus paredes.
Sí, señor.
Bueno.
No es cierto.
En realidad así no fue.
Cuando el vendedor dijo que ahí no era el concierto, sólo dije "¿Ah, no? bueno, gracias."
Y es que ¿qué le voy a hacer?
Soy buena rayando peligrosamente en la pendejez, cualidad que por algún extraño motivo siempre me trae complicaciones de todo tipo.
Sí, soy buena persona y lo último que se me ocurriría hacer sería insultar a alguien, aunque yo tuviera la razón. Menos aún andar hablando mal de nadie en un medio público.
Oops.
¿Acaso mencioné nombres en mi relato?
¡Ay! mi backspace no sirve,
Qué pena.
Resulta que el día de ayer en el Fracc. Provincias de Santa Clara se presentaría el cuarteto de cuerdas de la Orquesta Sinfónica para promocionar la venta de las casas.
Yo me preparé para ir con todo e hijos, y juntos agarramos camino hacia las inaccesibles e inexploradas regiones de los Nuevos Fraccionamientos del Norte.
Casi al llegar fuimos recibidos por un grupo de vendedores que se acercaron a nuestro vehículo y a quienes preguntamos dónde sería el concierto. El buen hombre nos dijo que un poco más adelante, pero que antes estaban invitando a las personas a conocer las casas.
"Ni pedo" pensé yo "es el bisnes, uno viene a escuchar el concierto pero hay que pagar visitando la casa muestra". Así que nos bajamos a conocer las casas, las áreas verdes, el pavimentado, eccétera.
Como no vi muestras de que indicaran que el concierto iba a comenzar, seguí al amable vendedor hasta las oficinas donde estuve leyendo presupuestos, cálculos, ofertas, comparativos económicos... y el tiempo seguía pasando.
Vi tabuladores, índices, intereses hasta que a William se le ocurrió preguntar:
- Oiga, y el concierto ¿a qué horas comienza?
- ¿El concierto? No, ése lo organizaron los vecinos del otro fraccionamiento.
Me quedé patinando un momento y pregunté:
- ¿Qué fraccionamiento es éste?
- Villa San Lorenzo.
Así que interpelé al fulano aquél: O sea que nos trajeron aquí con mentiras. Fingieron ser algo que no son. ¡Se aprovecharon del público de un evento que ustedes no organizaron, para atraer clientes! ¡Esto es vergonzoso!
Salí, azotando la puerta no sin antes gritarle al fulano que al cabo que ni era cierto que yo ganaba quince mil pesos mensuales y que además ninguna institución que se respetara me daría un crédito. ¡Quédense con sus pinches casas que de francesas no tienen nada.
Nos fuimos de inmediato al otro fraccionamiento sólo para darnos cuenta de que el concierto había terminado, así que regresé a Villas San Lorenzo con una lata de pintura de aerosol que llevo siempre en el carro y les dejé unas cuantas pintas obscenas en sus paredes.
Sí, señor.
Bueno.
No es cierto.
En realidad así no fue.
Cuando el vendedor dijo que ahí no era el concierto, sólo dije "¿Ah, no? bueno, gracias."
Y es que ¿qué le voy a hacer?
Soy buena rayando peligrosamente en la pendejez, cualidad que por algún extraño motivo siempre me trae complicaciones de todo tipo.
Sí, soy buena persona y lo último que se me ocurriría hacer sería insultar a alguien, aunque yo tuviera la razón. Menos aún andar hablando mal de nadie en un medio público.
Oops.
¿Acaso mencioné nombres en mi relato?
¡Ay! mi backspace no sirve,
Qué pena.
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