Deveras que trabajar le hace daño a la inspiración.
He llegado tan cansada del trabajo, que sólo atino a echarme sobre lo primero que encuentro, incluyendo Fefé.
Leo y leo tratando de que pase el tiempo y los ojos se me cierren por sí solos para lograr descansar.
También prendo la tele y me aviento bodrios como Misterios médicos (gracias a lo cual supe que soy sinestésica y que hay gente que está peor que yo, como la chica que huele a pescado podrido.)
Ha sido una semana larguísima, buena pero interminable. He readquirido confianzas y muchas responsabilidades. Una de ellas retratada en el rostro de horror de la maestra que me dijo: ¿sabías que voy a ser la maestra de Harry? (gracias a los bodrios, también sé que Harry por ser niño, zurdo e hijo de sinestésica, pudo haberme heredado esa percepción que tiene de los aromas. Ya no voy a ver más tele.)

Es viernes.
Y respiro.

* * * * *
Recomendación literaria de mis nuevos alumnitos:
El principio del placer
de José Emilio Pacheco.

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